domingo, 8 de julio de 2012

Don Mariano o la vanidad


Hay unas famosísimas fotos de Franco, por las calles de Oviedo y entrando en la Catedral, mientras sostiene entre sus manos, la Cruz de la Victoria; las fotos se explican teniendo en cuenta que se corresponden con 1942 y un dictador ansioso por consolidar su figura de Caudillo de España por la gracia de Dios y triunfador de la Santa Cruzada. Ya se sabe que los vencedores en cualquier guerra, son los que escriben la historia y diseñan la escenografía del nuevo régimen. A estas alturas del devenir de España, pensaba que tales melonadas se habían terminado, pero se ve que no.

En medio de una política de recortes presupuestarios a nivel de hipoxia que para la ciudadanía ya está tomando caracteres de anoxemia, es poco probable que los dineros públicos se gasten en proteger el patrimonio cultural de la misma; a pesar de ello don Mariano Rajoy Brey ha tenido a bien descabalgar de su caballo blanco y entregar con sus propias manos el Codex Calistinus, al  Arzobispo de la sede compostelana. Aunque la labor dura, constante, callada y prudente, sea de otros que trabajan con sueldos reducidos y con escasos medios materiales. 

En la puesta en escena, dos personajes más: por un lado, Núñez Feijoó que sigue enterrando en la Ciudad de la Cultura, sueño faraónico de Fraga, dineros que vendrían muy bien en la custodia y conservación del patrimonio; por otro lado, Monseñor Barrio quien tendrá, como cabeza del santuario, que explicar las circunstancias que han propiciado unos hechos surrealistas alrededor del robo del libro, pero también de la rapiña durante años, que por lo menos indica que no se llevaba ningún tipo de control sobre la memoria colectiva.

Con la que está cayendo hay que aprovechar todos los tantos, sean futbolísticos o propios de una novela de misterio, han debido pensar los asesores de imagen del señor presidente, que además es gallego y viene al caso como un santo a una peana; asombrada estoy de que no le hayan organizado un Te Deum, sobre todo después de las declaraciones de Núñez Feijoó, referidas a que “va a venir el presidente del Gobierno para testimoniar la importancia que se le da a Santiago, a Galicia y al Camino de Santiago”, como si fuese la última ocurrencia del señor Rajoy para sacarnos de la crisis y la desconfianza europeas y no la construcción de una identidad de siglos, forjada en las personas que lo recorrieron. 

Sólo les ha faltado gritar ¡Santiago y cierra España! Ya lo decía Castelao: los elementos de derecha sólo conciben una patria artificial, puesta al servicio de sus intereses.




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