Soy consciente de la carga de demagogia con que la
clase política carga sus palabras sobre todo en tiempos electorales, pero a
veces, no sé si por la influencia de las masas o por los efluvios emanados del
micro y el atril, la demagogia deriva directamente en pura y simple tontería.
Iglesias Turrión visita Galicia y además de las
consabidas frases en que la expresión la gente,
no es que la manipule, sino que la postrituye, ha comenzado a comportarse como
un madrileño cuando visita la periferia del Norte; y me da igual que la
periferia sea Galicia o Asturias, porque gallegos y asturianos…
Los madrileños, cuando salen de la villa y corte y
viajan al Norte, ya se sabe que se meterán con un calzado no adecuado por Picos
o cualquier zona escabrosa, organizarán un atasco monumental por tres vaques
que pastan plácidamente al borde de la carretera y por supuesto, hablarán de la
mina y los mineros, aunque no tengan ni repajolera idea.
Iglesias Turrión, ha afirmado entre otras lindezas que "sentir orgullo de país" es
posible cuando a un paciente lo puedan atender "los mejores profesionales sanitarios", cuando "el hijo de un minero pueda ser director de la mina" o cuando "a quienes lo necesiten, las instituciones
les envían a un trabajador social y no a la policía para desahuciarlos.” Es
decir ha metido en un saco un montón de tópicos –se le ha olvidado algo
referido a la enseñanza- ha añadido unas gotas de nosotros o el caos, y se ha quedado
más ancho que largo.
Me gustaría ver a Iglesias Turrión en Asturias,
sobre todo después de que su marca en el Principado junto con los camaradas de
IU, están sentando las bases para que gobierne la derecha en alianza con la
flor y nata de la incompetencia y la traición… Más que nada para ver al ilustre
politólogo y comunicador, envuelto en “la
bandera de la gente”, con una sonrisa encantadora, desgranando obviedades.
Pero sobre todo me gustaría ver a Iglesias Turrión
en las Cuencas Mineras, de donde han salido generaciones enteras, hijos e hijas
de mineros, que gracias al esfuerzo de su familia y de las políticas sociales
han podido llegar a la Universidad y formarse para ser excelentes
profesionales: ingenieros, médicos, profesores… Le convendría al profesor
Iglesias Turrión, superar la etapa de La aldea perdida y comenzar a hablar del
futuro del territorio, al que le están colapsando las venas, los compañeros de
viaje que quieren gobernar esta región con la ayuda del ego desmesurado de sus
camaradas..
Si al final, Iglesias Turrión, se decide a visitar
Asturias, yo me comprometo a acompañarle como guía. Prometo ser tolerante con
sus tópicos de turista madrileño, y mientras visitamos el Campus de Mieres, sobre el área
histórica del pozo Barreo, el lugar donde se ubicó el tajo de muchos mineros, y
donde hoy se alza un lugar para la enseñanza y la experimentación, un foro de
cultura abierto y plural, nuestra imagen de marca, le hablaré de Manuel Llaneza y de su
proyecto de Universidad Popular para Mieres, donde los hijos de los obreros y
los obreros mismos pudieran formarse.
Acaso
Manuel Llaneza, supo ver en la niebla del tiempo y de los años cuando dijo, el
porvenir es nuestro, que como
lema, debe reconocer Iglesias Turrión, es infinitamente mejor que las nonadas
que prepara para sus mítines y supongo que ensaya para experimentar lo
convincentes que suenan.
En todo caso, nada está inventado, ni siquiera el
juego de la estrategia del poder, donde Iglesias Turrión parece haber
encontrado su sitio y el lugar donde experimentar las teorías políticas y los
debates televisivos usando como conejillos de Indias a esa gente de la que
tanto habla. Cualquier día se le escapará eso de “este público al que tanto
quiero y al que tanto le debo”.