domingo, 30 de noviembre de 2014

El rostro del mal

Hace algunos años –más de los que quisiera- en el paso de la adolescencia a la juventud, descubrí los relatos policiacos de Agatha Christie. Desde el primer momento, el delicioso personaje de Miss Marple, ocupó un lugar en mi vitrina de héroes y heroínas de ficción; incluso frente a Poirot, el excéntrico detective belga y sus investigaciones casi siempre teñidas de exotismo. Aquella anciana solterona de educación victoriana, observadora y un poquito cotilla, me resultaba fascinante porque siendo una persona bondadosa, vital y optimista, no se hacía ilusiones con los comportamientos de algunas personas y asumía con total naturalidad, la existencia del mal en lo cotidiano; su sentido de la observación y la convicción de que la gente es más o menos igual en todas partes, definían sus investigaciones, en las que como ella misma afirmaba, muchos no son buenos ni malos, sino simplemente tontos, y luego están las personas perversas.

El caso Bretón, puso en primera línea de atención, las variadas teorías de psicólogos y psiquiatras, sobre la personalidad del acusado de la muerte de sus hijos y la de aquellas personas en general, capaces de realizar acciones depravadas; un debate que se extendió  a toda la sociedad,  gracias a los medios de comunicación y a las redes sociales y que se ha vuelto a poner de actualidad esta semana, con el asesinato de dos niñas por su padre en San Juan de la Arena. En nuestra cultura influye mucho la escala judeo-cristiana, de pecado-culpa-castigo-arrepentimiento-perdón, pero ha vuelto a sorprenderme la horrorizada sorpresa de mucha gente, por un crimen terrible en un entorno de eso que llamamos normalidad; como si el  hecho de vivir en una sociedad basada en normas morales o ser padre, supusiera una vacuna contra la infamia.

Ante casos como los citados, e incluso aunque el más reciente haya terminado con el suicidio del criminal, mi pregunta ha sido siempre cómo construye su mapa vital un asesino y sobre todo, cuándo dibuja la primera línea. Mucha gente tiene la peligrosa tendencia a presuponer que la infancia es un paraíso dorado, pero hay personas que ya son crueles en esa etapa de su vida y la saña que despliegan para conseguir sus deseos, se disfraza con expresiones como “son cosas de niños” o  “es producto de una rabieta incontrolada”, porque parece imposible que alguien tan joven pueda tener una personalidad anómala. Por lo general, las cosas de niños y las rabietas se pasan con el aprendizaje de crecer; pero igual que hay personas que nunca maduran, también hay personas que siempre llevarán dentro de ellas la maldad… Luego, las circunstancias, el entorno, los escollos de la vida, serán los abonos que la hagan surgir con fuerza; o eso queremos creer, porque en muchas ocasiones, la semilla de la perversidad, crecerá con quien la lleva y será parte de su naturaleza, aunque a veces se disfrace, se difumine entre sombras, al acecho… Nadie se hace malvado de repente y sabe jugar a su favor con que muchas veces, los que le rodean, se niegan  a creer en su perversidad.

No soy una experta en la materia, pero leyendo las opiniones de quienes sí lo son, y los detalles de los dos crímenes, me atrevo a afirmar que el rostro de un asesino tiene muchas caras pero todas se parecen: José Bretón es un hombre cargado de manías, con un ego y un deseo de control desmesurados, con una extrema frialdad sobre sus emociones… Ignacio Bilbao era un hombre taciturno, solitario, susceptible, convencido de tener siempre razón, con la sangre fría de matar a sus hijas y pararse a envolver en papel de regalo el arma homicida; es más, estoy convencida de que su suicidio no tuvo nada que ver con un sentimiento de horror y culpa, sino con satisfacción de escapar a la justicia humana que pudiera aliviar y compensar el dolor de la madre y la familia de Amets y Sara.


Decía Cicerón que “cuando mejor es uno tanto más difícilmente llega a sospechar de la maldad de los otros”. Quizás como Miss Marple, bondadosa, vital y optimista, deberíamos asumir que la perversidad come en nuestra mesa y duerme en nuestra cama y que tenemos como compromiso vital que descubrir el rostro del mal y destruirlo, pero con mucho sentido común, no sea que nos asomemos al abismo y nos atrape.

martes, 4 de noviembre de 2014

Bailar con el diablo

Ignoro hasta donde llega el ansia de poder y de gloria de ciertos personajes públicos, pero por lo general, son aquellos que piensan que con dinero se consigue cualquier cosa y por lo tanto son capaces de hacer cualquier cosa por dinero.

El ansia de poder y de gloria se convierte para dichos personajes, en un apetito inmoderado y nunca satisfecho. A priori, envueltos en los ideales del bien común y de los compromisos cívicos que han ido acaparando como suyos, logran convertirse en imprescindibles; pero a posteriori se verá que solamente era una careta para tapar la mentira, manipular la verdad, incumplir lo prometido y traicionar a quienes confiaron en ellos. El tiempo que pase entre un momento –el de la ceguera comodona o cómplice-  y otro –el del profundo desengaño-, dependerá de la capacidad de reconocer y protegerse de individuos a los que sólo les interesa su propio beneficio o el de quienes les mantienen - por debilidad, interés o cobardía- una fidelidad sin sombra de crítica. Ya lo decía Abraham Lincoln, o esa frase se le atribuye: “podrás engañar a todos algún tiempo, podrás engañar a algunos todo el tiempo, pero nunca podrás engañar a todos todo el tiempo”.

La última vez que me crucé con uno de estos personajes, la experiencia fue cualquier cosa menos positiva y tranquila; tengo que reconocer que lo tenía en el punto de mira y en esos casos, entre mis virtudes no se hallan ni la diplomacia ni la mano izquierda. No soporto a  quien llega tarde a los sitios para hacerse notar; no soporto a quien se viste para humillar, envuelto en una mirada altiva y una sonrisa condescendiente; no soporto a quien va de solemne y se queda en pomposo; no soporto a quien retuerce las palabras tratando de aparentar ser alguien sensato e inteligente, porque si bien es cierto que nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis. Estos personajes sobreviven sin embargo, con una pasmosa facilidad; rodeados de un círculo protector, van dejando caer palabrería envuelta en falsos oropeles y avanzan sin obstáculos porque  “la falsedad tiene alas y vuela, y la verdad, la sigue arrastrándose, de modo que cuando la gente se da cuenta del engaño, ya es demasiado tarde”.  

Conviene no olvidar, sin embargo, que si alguien nos engaña una vez, será culpa de esa persona, pero si nos vuelve a engañar será culpa nuestra. Los ideales que se venden o se prestan, nos dejan en un preocupante estado de indecencia. No se puede ceder en cuestiones de honestidad y de respeto por uno mismo. Nuestro pasaporte vital no debe estar sometido a ningún peaje que nos encadene a lo indigno y sirva a otra persona a pensar que tiene derecho sobre nuestra alma inmortal o la integridad del alma, según las creencias y valores de cada cual. Bailar con el diablo es siempre peligroso y cuando creemos que el ritmo lo ponemos nosotros ya hemos perdido el paso.






domingo, 19 de octubre de 2014

El asalto al poder de Pablo Iglesias Turrión

En Pablo Iglesias Turrión, coinciden tres facetas: conoce bien la teoría política- dados sus títulos académicos-; su colaboración en tertulias y debates de análisis sobre el tema, le ha permitido practicar el viejo juego; por  último y no por ello menos importante,  como es joven y con cierto aire de rebelde sin causa, ha sabido mover muy bien los hilos de la trama. Tan bien maneja eso que llaman mercadotecnia, que se las sabe todas en el uso de los gestos, las frases, las luces y el sonido; para haber jurado por sus ideales, no ser parte de “la casta”, se mueve con sus armas, como pez en el agua.

De aquél bonito proyecto de círculos, participación asamblearia y consensos con el que nació Podemos, nutrido de planes abiertos, se ha ido hacia la centralidad porque el poder -que no necesariamente la democracia- se explica con una organización fuerte y con un líder claro; eso se sabe ya desde Luis XIV que dijo aquello de “el Estado soy yo”. Porque las asambleas de Facultad o las Asociaciones de vecinos o de fiestas, están muy bien pero son lo que son, reuniones de donde uno sale con los pies fríos, la cabeza caliente y habiendo conseguido muy poquitas cosas… El profesor Iglesias Turrión, experto en ciencia política es plenamente consciente de que primero se maneja a las masas y luego se consigue el poder, de ahí ese grito del sábado en Vistalegre de que “el cielo no se toma por consenso, se toma por asalto”. Como ignoro el grado de conocimiento histórico de los que le aplaudieron de forma entusiasta, desconozco si eran conscientes de que el líder de Podemos, manipulaba una frase de Carlos Marx, usada para referirse al primer intento –en la Comuna de París de 1871- de implantar la dictadura del proletariado y para criticar que los miembros de la comuna perdieran el tiempo en organizar elecciones democráticas en vez de terminar de una vez por todas con la clase burguesa. Lo que Marx afirmó fue que “se debía haber emprendido inmediatamente la ofensiva contra Versalles y habló de los miembros de la Comuna “valientes hasta la locura” y “dispuestos a tomar el cielo por asalto”. Desconozco asimismo si la alborozada fraternidad encantada de oír palabras solemnes, era consciente de que muchos de sus miembros –pijos pobres- hubieran estado en las filas de los enemigos de la Comuna. Parece mentira que todo un profesor universitario como es Pablo Iglesias Turrión, juegue así con el presentismo histórico.

Por otra parte, es una persona que tiene la virtud de ponerme extremadamente nerviosa, y digo virtud, porque es como un semáforo en rojo que me advierte del peligro. Bien es verdad que ha recogido velas en los últimos días, intentando dar una imagen de sensatez política, aparcando algunas “ocurrencias” de su programa electoral que le llevaron a encontrar su lugar en el sol del juego por lograr el poder, pero la puesta en escena de hoy, no tiene desperdicio: la reivindicación de su patria que es la gente; la defensa de “su” modelo de organización de partido con un único líder y cúpula frente a los órganos colegiados; la frase “ya me gustaría a mí descargarme de responsabilidad, pero creo que tres secretarios generales no ganan las elecciones y uno, sí”; el aviso de dar un paso atrás si no sale su propuesta

Efectivamente, el poder, que no el cielo, se toma por asalto; hay ejemplos de libro, tanto a derecha como a izquierda, para explicar ese proceso: la admiración de las masas hacia una figura carismática, oyendo sólo lo que quieren oír; el sacrificio hasta la extenuación del salvador de la patria; la amenaza de  “o yo o el caos”… Es más, hasta Echenique, impulsor de la propuesta alternativa, se ha sumado con sus palabras a la parusía del dirigente de Podemos cuando afirmó “no hay dudas sobre su liderazgo; cualquiera que piense lo contrario no ve las cosas con claridad”; o sea la infalibilidad del gurú político.

Confío y espero que el experimento puesto en marcha por la”aristocracia universitas”, que controla Podemos, fracase estrepitosamente. Es un peligroso cruce de despotismo ilustrado (todo para el pueblo pero sin el pueblo) con toques de dictadura del proletariado (la libertad es un bien tan valioso que hay que racionarlo).

Confío y espero que este país, evite ir a votar con los pies fríos y la cabeza caliente, porque si no, se nos prepara una neumonía democrática de no te menees.  

domingo, 12 de octubre de 2014

El socialismo asturiano después de Villa

Decía Tolstoi en su novela Ana Karenina que todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada. Muchas veces en política, los partidos funcionan como familias, y como en ellas, hay antepasados gloriosos y gloriosos calaveras; pero lo terrible es cuando se descubre que aquél en quien se confiaba, que presumía de ser como decimos en Asturias, un paisano, el puntal del grupo, es un traidor.

Lo que más duele del escándalo protagonizado por Fernández Villa, y de lo que pueda derivarse del mismo, es la puñalada trapera que ha metido a todas las Cuencas, la burla a los mineros que le apoyaron y veían en él un referente moral de la lucha obrera, la mancha de la deshonra sobre quienes ejercen y son honrados socialistas. Quizás los mismos –todo hay que decirlo- no supieron o no pudieron, tomar medidas contra quien se creyó un emperador rodeado de una guardia pretoriana que le adulaba, le obedecía y se beneficiaba de su sombra, sin hacerle la más mínima crítica porque como dijo Cicerón, la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.

Quizás sea este el momento para que la familia socialista asturiana, en la encrucijada que se halla, medite sobre el camino que debe tomar; a veces un golpe terrible sirve para dar un giro a la vida que se llevaba y aprender de los errores y aunque ahora parezca extraño, con la que está cayendo, ser referente a nivel nacional. El socialismo asturiano d.V., tiene que encabezar el rearme moral de este país. Por encima del creciente vocerío populista que nos acosa, por encima de la búsqueda de ideas peregrinas y la carrera por convertirse en la persona más popular, a la manera del American way of life, con el remedo del joven Kennedy, por encima del deseo insaciable de parcelar y repartir cuotas de poder, hay que volver a los orígenes de quienes fueron el pan y la sal de este partido, porque los hombres pasan pero los ideales no y, con ellos, hay que ser coherentes, primar los intereses generales antes que los particulares, no equivocar la trinchera y estar con quienes luchan por su dignidad y por su futuro. Eso o cambiar de siglas, de ideales y de trinchera.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Reflexión sobre un ministro cesante

Alberto Ruíz-Gallardón Jiménez, fue durante algún tiempo, la gran esperanza blanca-nada que ver con Aguirre- de la derecha española. Tenía ese je ne sais quoi, elegante y mundano que enloquecía por igual a jóvenes casaderas, madres ansiosas de tal yerno y gente guapa de la política de su partido, que buscaba un candidato con carisma a años luz de tirantes, bigotes cabreados y olor a caspa y naftalina sangrientas, ocultas en los armarios de la historia. Era un muchacho con carisma que prometía y al que llegó a cortejar algún sector de la izquierda, pesarosa de no tenerlo en sus filas.

Gallardón –la segunda parte de su primer apellido era más popular y hasta le caía como un guante- había acumulado una trayectoria nada desdeñable tanto didáctica como política: ex alumno de los Jesuitas, carrera de leyes, brillante opositor y joven promesa de Alianza Popular. Su escalada de posiciones en medio de aguas turbulentas, le llevarían a sus logros más destacados, la presidencia de la Comunidad de Madrid y la alcaldía de la capital. Un carrerón sin lugar a dudas, suficiente para favorecer el ego de cualquiera, mientras trajinaba entre amigos, enemigos y compañeros de partido, saliendo bastante bien librado de meteduras de pata olímpicas (las deportivas y las otras).

Pero a veces las complejidades del juego político se revuelve en decepciones y agravios con Grandeza de España, por un quítame allá un puesto de número 2, bajo la sombra protectora del líder. Es lo que tienen los desengaños; a alguien le hacen una crítica feroz de unas acuarelas, le cierran el camino del arte y acaba invadiendo Polonia; a Ruíz-Gallardón, el disgusto de no ser la mano derecha de Rajoy y su sucesor natural, le pusieron en el punto de mira de quienes le acusaban de progresista y veían con temor su escalada afirmando “que no creo en la política ni de las encuestas ni del progresismo”-la condesa de Bornos dixit-. De todas formas salió bien del paso y se vio convertido en diputado del Congreso y Ministro de Justicia.

La entrada en la cincuentena no le ha tratado bien y le está dando un aire fondón, anclado en la España de cerrado y sacristía, enrocado como algunos preclaros miembros de su partido, en la idea de que sólo él tiene razón y todos los demás están equivocados. A veces lo he imaginado en medio de un orgasmo mental, al creer que la conspiración judeo-masónica sigue viva y le ha elegido a él como centro de protestas; un estremecimiento de placer debió recorrerle al ver la “marea violeta de Madrid” y sentir las voces de París, Londres y Estambul, que coreaban su nombre, mientras soportaba con estoicismo la incomprensión y los insultos de “las fuerzas pseudo progresistas”. El señor ministro de Justicia fuera de la mujer madre o santa, considera a las mujeres que le llevan la contraria, peligrosas adictas a la libertad de expresión y a la soberanía popular; es lo que tiene ir ascendiendo peldaños envuelto en aromas de la Plaza de Oriente.

Dispuesto a redimir cualquier sarpullido progresista de juventud, se empeñó en cumplir el único punto del programa electoral presentado por el PP, referido al aborto y conseguir que dijeran la verdad en algo; aunque vaya en contra de 8 de cada 10 miembros de la ciudadanía de este país, entre los que se encuentran muchos votantes de su partido. No es extraña pues la diarrea mental que arrastra y que le llevó no hace mucho tiempo en  Valladolid, a citar a Delibes, diciendo “que lo más progresista es defender siempre al más débil”, olvidando que el mejor prosista en lengua castellana, hablaba de las personas oprimidas por una España que ya Antonio Machado había definido como…zaragatera y triste, devota de Frascuelo y de María…, y que el escritor vallisoletano, tan bien describió en algunas de sus obras. En todo caso dudo mucho que de poder viajar en el tiempo, Ruíz-Gallardón estuviera del lado de los Santos Inocentes; lo veo más, suelto de gatillo, en una jornada de caza con el señorito, y muy lejos de Paco el Bajo o Azarías y su milana bonita. Especialmente si se recuerda una frase campanuda que pronunció hace tiempo: prefiero la injusticia al desorden, porque este país necesita más del orden que de la justicia.

Quizás imbuido de esa frase, Ruíz Gallardón haya tenido la sensación de poseer un poder omnímodo, pero desde luego no ha sabido jugar sus cartas. Corre por ahí el rumor de que puso a Mariano Rajoy, entre la espada de su dimisión y la pared de la Ley del Aborto... Mala estrategia para aplicarla sobre un jefe de gobierno que divide sus estrategias entre “problemas que el tiempo ha resuelto” y “problemas que el tiempo resolverá”. Ruíz Gallardón era un problema desde hacía tiempo (y no sólo por la ley del aborto) y Rajoy ha decidido pasarle de una carpeta a otra, a ver si logra salvar los muebles, pero mucho me temo que esta vez el problema se le ha ido de las manos, como muchos otros últimamente. El gen gafe del señor Rajoy. 

Decía Miguel Delibes que “la política es una tentación comprensible, porque es una manera de vivir con bastante facilidad”. Alberto Ruíz Gallardón,  creo que encaja como un guante en esta cita. Presentada la dimisión y abandonando la política como dice que hará, supongo que retornará a su puesto de fiscal en la Audiencia Provincial de Málaga, del que llevaba en excedencia desde 1983. Espero que aplique en su tarea, más la justicia que el ordeno y mando. Quizás sea el momento para comprobar el aforismo y confirmarlo: la luz viaja más rápido que  el sonido. Por eso mucha gente parece brillante hasta que la oyes hablar.


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domingo, 20 de julio de 2014

Mieres, historia de un desgobierno

Algunas noticias que genera el Grupo de Gobierno del Ayuntamiento de Mieres, con Aníbal Vázquez a la cabeza, hacen que grite aquello de “me siento rejuvenecer”.  Una que pasó por las aulas universitarias, no en el glorioso 68 pero todavía en épocas de la joven democracia, recuerda aquellas asambleas de Facultad llenas de ímpetu primaveral, donde después de tres horas de reunión, salías con los pies fríos, la cabeza caliente y la convicción de haber arreglado el mundo porque nuestros delegados “estaban en ello”, pero luego pasado el momento de ebullición, todo quedaba en agua de borrajas.

Quizás al Alcalde de Mieres y a su equipo, convendría decirles con un deje melancólico, ¡gobernar era esto…!”  Porque no se puede gestionar, administrar y dirigir a un Concejo, con la buena voluntad de una sociedad de festejos o una Asociación Cultural y “si sale con barba San Antón y si no la Virgen de la Asunción”…  O para los no creyentes, actuar “como el ejército de Pancho Villa”, sin ningún tipo de organización ni coordinación.

Los ejemplos caen como los puñetazos sobre un boxeador en horas bajas. Ya no es que se cierren servicios de interés ciudadano (Piscina, Telecentro…) y se aboque a una serie de trabajadores al paro sin plantearse la búsqueda de alternativas, sino que se permiten perder una subvención de 22.500 euros para mantener el puesto de la Agencia de Desarrollo Local e Igualdad, que presta una ayuda primordial a las mujeres del Concejo… Y como el asunto raya en la desidia y en el escándalo, se decide asumir el coste a cargo de las arcas municipales, lo que añade además un trato diferenciado respecto a otros trabajadores. Vamos, que me imagino al grupo de IU, coreando al responsable lo de “ahí gallu, y pon otra de sidra a enfriar que pago yo…” Y eso sin contar con lo que no emerge a la luz pública o lo que vamos olvidando en el salir adelante unos y en las dulzuras veraniegas otros.

A estas alturas, no  sé si la ciudadanía de Mieres ha llegado a una conclusión evidente: que el actual Alcalde, fue una imagen de marca y es muy difícil conjugar las promesas populistas con la dura tarea de gobernar,  y más en tiempos de vacas flacas. Lo que está claro es que unos le votaron por las promesas (a ver si resulta ahora que también IU tenía un programa oculto como el PP) y otros con los pies fríos y la cabeza caliente, que es la mejor manera de coger un resfriado democrático de no te menees, que tiene como consecuencia -cuando se supera el periodo febril- quedarse con las defensas por los suelos, a merced de un serio ataque sobre el organismo cívico.

Desde luego, yo si he llegado al convencimiento de que el Concejo de Mieres, está siendo gobernado por un grupo de asamblearios desnortados, alimentados durante años en el rencor por no gobernar  y que no teniendo lealtad institucional a nivel local, la exigen a nivel regional, con acusaciones de cercos y acosos que ocultan su incapacidad de gestión municipal en la Casa de Ayuntamiento y de dirección política verdaderamente democrática fuera de la misma. Como diría un italiano, ¡manca finezza!... No es extraño que algunos, anteponiendo su militancia y su pasado de lucha obrera, se hayan ido, para no ser cómplices con la estafa que se está perpetrando contra la ciudadanía, sin atisbo de dolor o de vergüenza ante las necesidades del Concejo, de los colectivos más vulnerables y del bienestar general… Porque lo más sangrante además es que ni se informan, ni se aconsejan, ni se coordinan y optan por aquello de “¡tira que libras!...

Podía decir –jugando con historia y el nombre de nuestro alcalde- que no vale la pena, como hizo Aníbal, cruzar los Alpes al paso de elefantes, para ir perdiendo miles de hombres en el camino, y llegar con los restos de un ejército hambriento y aterido, incapaz de conquistar Roma. Pero me parece que es una metáfora demasiado solemne. Al Regidor y al equipo de gobierno del Concejo de Mieres, les cuadra más, aquellos versos de Cervantes sobre un valentón: …y luego, incontiente/ caló el chapeo, requirió la espada/miró al soslayo, fuese y no hubo nada.













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jueves, 27 de marzo de 2014

Nuestro hombre en Europa

En estado de profundo estupor, me ha dejado la noticia de la candidatura por Foro a las elecciones europeas, del que fuera Viceconsejero de Educación D. Argimiro Rodríguez.

No dudo del riguroso proceso de selección emprendido por don Francisco, en busca del candidato ideal, pero tengo mis dudas sobre el mismo; no sobre el proceso, que estoy segura controló de principio a fin, sino por la persona que asume el reto de ser el rostro de Foro en Europa.

Es cierto que don Argimiro es un hombre bregado en las lides políticas y un experto escalador en las ascensiones rápidas, aunque algún error del jefe de la cordada, le ha pillado con el pie cambiado; pero para ciertas tareas de detalle, le falta como dicen los italianos finezza. Quienes le han tratado a pie de obra, en sus labores previas a ser nombrado Viceconsejero de Educación, podrían poner numerosos ejemplos, todos caracterizados por no saber gestionar relaciones personales, no escuchar otras opiniones aparte de la suya, y tener una extraordinaria capacidad para encender y alimentar fuegos. De su breve paso por el edificio de la Plaza de España, ignoro el peso de su huella, pero sin duda la vuelta a la realidad de las aulas ha debido ser dura para el señor catedrático por la rapidez con que quiere abandonarlas. Es lo que tiene pasar de los despachos y de los consejos pomposos, a la dura tarea de educar, y más con los tiempos que corren. O lo que es lo mismo, pasar de la teoría rimbombante a la práctica diaria y trabajada.

Desde luego, Álvarez Cascos está encantado con su candidato europeo, y destacó su preparación en inglés para parlamentar, como si hablar un idioma a nivel de catedrático, concediera el sentido común y el savoir faire que dicen los franceses. Candidato, por otra parte, que por formas se asemeja bastante a su jefe de filas; ya lo dejó claro ayer al comparecer ante los medios: acusó a todo el mundo de inmovilistas y sólo le faltó decir que será la luz que ilumine Europa. Don Francisco debe estar meando colonia.


España ha tenido siempre unas relaciones complicadas con Europa, desde los Tercios de Flandes hasta el contubernio judeo masónico, pero no me parece muy ético enviarles como eurodiputado, si las urnas reparten suerte, a un émulo del Duque de Alba.  De todas formas, ya que la licenciatura de don Argimiro lo es en Filología Anglogermánica, siempre podría pegar la hebra con Angela Merkel y venderle el maravilloso bálsamo de Fierabrás que tanto publicita esa entelequia que es Foro.

lunes, 24 de marzo de 2014

Adolfo Suárez, entre el silencio y la desmemoria.

El día que Adolfo Suárez fue elegido presidente de Gobierno, yo viajaba por las calles de Madrid a bordo de un taxi. Era el 3 de Julio de 1976, tenía 17 años y junto con mi madre, había acudido a una revisión médica. El conductor llevaba conectado Radio Nacional y pudimos escuchar, como de la terna presentada al Rey tras el descabezamiento de Arias Navarro, el favorecido había sido el que todos los círculos políticos y periodísticos, consideraban un nombre de relleno. Hasta el taxista –y ya se sabe que los taxistas de Madrid suelen estar bien informados- expresó su asombro con un “Y este señor ¿quién es? Casi tres años después, en marzo de 1979 y reconocida mi mayoría de edad por la Constitución del 78, mi voto fue para aquél señor y el partido que dirigía, la UCD.

Para entonces ya había corrido mucha agua bajo los puentes de la historia y España se estaba acostumbrando al traje de la democracia. Habíamos pasado por una Ley de Reforma Política que supuso el suicidio dirigido de las Cortes franquistas, la legalización de sindicatos, la supresión del Tribunal de Orden Público y la legalización del Partido Comunista; es cierto que las costuras del traje a veces tiraban y amenazaban romperse en medio del terror de ETA, del GRAPO  y de los grupos ultraderechistas que vociferaban y aplaudían la matanza de los abogados de Atocha… En 1977, llegaron las primeras elecciones democráticas en 40 años. La ciudadanía española no arriesgó; el “puedo prometer y prometo” le valió a Suárez ganar aunque por minoría: con los nacionalistas todavía en la clandestinidad, el PSP de Tierno era un experimento bajo un nombre extraño y Felipe González parecía demasiado inexperto; en cuanto a Carrillo, acababa de salir de los infiernos y Fraga al frente de Alianza Popular, podía presentar sus desencuentros con el dictador, teñidos de formas con aires británicos  pero el fondo era demasiado franquista. La ultraderecha se hundió en las votaciones.

Ahora con la huella que deja el paso del tiempo, me pregunto cuánto hubo de Suárez en todo el proceso y cuánto de elemento externo que resuelve una historia, manejado por alguien a la sombra. Creo que todavía queda mucho por escribir sobre la figura de Torcuato Fernández Miranda; en todo caso estaríamos ante el Deus ex machina de la transición española, que dejó de funcionar cuando los partidos de la oposición –especialmente el PSOE- encontraron su lugar en la escena política y cuando los desencuentros con Torcuato y la traición de algunos de sus compañeros de partido, le llevaron a presentar la dimisión. En el discurso por TVE donde anunció que se iba, están curiosamente los primeros silencios de Suárez sobre causas y nombres.

Aún tuvo la ocasión de ofrecer una actitud digna en el esperpento del 23F; nunca sabremos si él tenía la respuesta a alguna de las preguntas, pero guardó otra vez silencio. Comenzó una larga travesía por el desierto, antes de encarrilar con el viejo encanto de sus comienzos, un nuevo partido, el CDS. En aquellos años, no sé si influenciada por cierta empatía que siento hacia los perdedores, me embarqué en una lista electoral municipal por aquel centro renovado y progresista, que obtuvo algún resultado destacable y que propició la presencia de Suárez en Mieres, visita de la que recuerdo un estrechón de manos, su conocida sonrisa y el empuje que había caracterizado su trayectoria… Fue sin embargo un espejismo, porque el influjo de los sectores más conservadores propició el descalabro de un partido donde confluían distintas maneras de entender un proyecto político. Una vez más, Adolfo Suárez se echó la culpa a la espalda y se refugió en el silencio.

Quizás la desmemoria que alcanza a algunos políticos en su vejez, le hubiera tocado a quién fue el primer presidente de la democracia, pero la suya –hecha de desgracias familiares y enfermedad- no fue voluntaria. Acaso eso le libró de ser utilizado por los suyos como un peón, no sé si otra vez. Si me hubiera gustado saber que habría pensado de la evolución de la monarquía, de los escándalos por corrupción, de la política que rige a España en los últimos tiempos, de ese amago protagonizado por su hijo a lo “agonía de Franco”, mientras los titulares y los artículos volaban como cuervos.


En las próximas horas de ceremonias, homenajes y reconocimientos, su figura saldrá del silencio y la desmemoria; tal vez conviene recordar una de sus frases: “quienes alcanzan el poder con demagogia terminan haciéndole pagar al país un precio muy caro”. Descanse en paz.