lunes, 2 de abril de 2012

Varas de Medir

Ya sabemos como cambian las cosas cuando uno deja de ser  oposición y pasa a ser gobierno y como la diferencia entre blanco y negro alcanza infinitos matices de gris. La gente del común está tan acostumbrada a esto, que en la mayoría de las ocasiones lo acepta con un encogimiento de hombros y la expresión resignada de “son cosas de políticos”, aunque yo creo que más bien lo son de farsantes.

Mariano Rajoy, expresó en su día con la fuerza de un juramento que los españoles tenían derecho a ser felices y junto a sus fieles, declararon guerra a muerte contra la mentira “porque ellos no sabían mentir”… Pero ni la felicidad ni la verdad suelen ser  compañeras de viaje del PP que cuando gobierna -Aznar dixit- lo hace sin complejos. Rajoy, Cospedal, Saéz de Santamaría, González Pons…, ellos y ellas, negaron por activa, pasiva y perifrástica, que tuvieran un programa oculto contra los intereses de los ciudadanos, negaron que fueran a subir impuestos, negaron que fueran a abaratar el despido, negaron que fueran a recortar ayudas a la formación y a la contratación, negaron la congelación de sueldos a los funcionarios, negaron el recorte de las ayudas sociales… Negaban con tanta vehemencia, anunciaban con tanta claridad el caos si no lograban el poder, que consiguieron poner de su parte a un numero significativo de ciudadanos; cuando a alguien del PP se le preguntaba por temas candentes, ponía cara de beatífica mansedumbre, asumía el papel de persona perseguida por su compromiso y sin ruborizarse siquiera, se apoyaba en la simpleza de quienes prefieren creer mentiras a reconocer que se les está mintiendo.

Pero ya dijo Lincoln que nadie tiene la memoria suficiente para mentir siempre con éxito; y menos en esta época digo yo, donde se puede echar no sólo mano de hemerotecas sino de videotecas y donde rechinan las imágenes en las que se les ve negando que no van a darnos el brebaje que acabamos de tomar. Especialmente si ya han salido a la luz algunos intentos de consolidar en puestos de prestigio monetario a conyugues y afines. La penúltima tarascada, es el recurso a una amnistía fiscal para recaudar 2.500 millones de dinero negro que con eufemismo se llama Programa especial de regularización de activos ocultos. Cuando en 2010 el PSOE propuso algo similar, los primeros espadas del PP y entre ellos Mª Dolores de Cospedal, la consideraron “impresentable, injusta y antisocial” y Rajoy la denominó “la última ocurrencia del gobierno de Zapatero”…, aunque ahora acudan a la OCDE y al mismísimo Felipe González, para explicar las bondades de la medida, que supone que van a dejar irse de rositas a quienes se han hecho de oro con las vacas gordas y no van a perder casi nada con las flacas, mientras millones de personas en este país, las están pasando canutas. Eso sí, la dureza de las medidas y el recorte a los Presupuestos, no es culpa suya sino de los “errores del pasado” de otros, porque ellos, como las mujeres honradas y los pueblos felices, no lo tienen. ¡Ya les vale!

Dicho esto, no me sorprende que entre cierta clase política haya gente que no cambia sino que disimula o miente hasta que no hay peligro en quitarse la careta y mide sus acciones y reacciones, con una vara muy distinta de la que utiliza para medir las de sus contrarios; pero lo que me causa estupor es que un gran número de ciudadanos sufra una crisis de desmemoria, y siga –con la que está cayendo- encogiendo los hombros y asumiendo que no hay nada que hacer o alardeando de su abstención.  


Decía Arnold J. Toynbee, que el mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan. Cuando se caigan del guindo, a mí que no me pidan daños y perjuicios.

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