lunes, 20 de febrero de 2012

Ni esclavos ni súbditos

Decía Gandhi, “que perder la propia individualidad y convertirse en un mero engranaje de una máquina, está por debajo de la dignidad humana.”

Ayer miles y miles de personas hemos demostrado que no queremos ser el engranaje de una máquina que destruya nuestra dignidad. Desde hace tiempo vivimos en la Europa de los mercaderes y no de los ciudadanos, sometidos a los criterios de Agencias de Calificación, que nadie sabe quienes son, que marcan la política de los gobiernos y se infiltran en ellos, acaudillando prácticas neoliberales puras y duras, donde lo que se hace es repartir la miseria entre los trabajadores y llevar al paro a millones de personas.

En España, al último gobierno del PSOE se le culpó de inconsciente y de no ser nadie en Europa por no aceptar las recetas de franceses y alemanes; cuando cedió y bajó la cabeza, se le acusó de mentir… El gobierno del PP se comprometió con algo tan etéreo como hacer felices a los españoles y sacarles de la crisis, pero escondiendo la parte oscura de su programa y sus no menos oscuros aliados. El poder está en manos de un mentiroso a sabiendas y de un núcleo duro de privatizadores salvajes, pero quien maneja los hilos son los poderes financieros que nos dicen lo que podemos y no podemos hacer con nuestras vidas.

En Asturias además, tenemos para nuestra desgracia, al mayor vendedor de humo de la historia que después de la que ha organizado, todavía sale en la prensa de hoy, anunciando como en un gran ofertón que va a trabajar no a tres sino a cuatro turnos, echando balones fuera, acusando para que no le acusen y promocionando su libro. Como todos los mediocres aspirantes a salvapatrias no aspira a vivir más que de su imagen, de su palabrería y de los tontos útiles que le siguen y que piensan que es la salvación de la región. 

Tontos útiles como los que ayer y hoy critican las manifestaciones y hacen el caldo gordo a políticos de este jaez y a los empresarios especuladores que han estado jugando en el mercado del dinero, en vez de crear activos y solvencia para sus empresas y ahora el estropicio que lo paguen los trabajadores. Tiremos piedras a nuestro propio tejado. Que privaticen lo público, que sigan bajando los sueldos, que nos despidan con una mano delante y otra detrás, que retrocedamos 100 años o más en lo conseguido y que ni siquiera nos podamos poner enfermos, no sea que cuando queramos volver, nos encontremos con el despido en la mano. Vamos hacia la privatización pura y dura y acabaremos retrocediendo hacia donde sólo una clase social tenía privilegios y derechos y los demás que lidiaran con la miseria. Diga lo que diga el Señor Borbón, la justicia no es igual para todos y el tratamiento y las puertas no son las mismas para las coronas ducales y para el pueblo.

Propongo lema para la próxima manifestación: NI ESCLAVOS NI SUBDITOS.

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