viernes, 27 de enero de 2012

Como gallinas sin cabeza

Existe la creencia popular que si a una gallina se le corta la cabeza, seguirá corriendo un rato, claro está que sin rumbo y sin destino. La imagen se relaciona con aquellas personas que asumen una tarea sin estar preparadas y cuando hay problemas, van de aquí para allá como gallinas sin cabeza. Y esta es la sensación que me produce el gobierno regional desde que tomó posesión de sus cargos.


Se justifican las cosas sin hacer, en la herencia  recibida, en la toma de contacto con los asuntos de la región, en las dificultades del día a día, pero los meses van pasando y aquella promesa de trabajar a tres turnos ha dejado de ser incluso promesa. Ahora tampoco las cosas funcionan a la hora de poner en marcha un presupuesto para la región con un carácter austero pero generador de confianza, realista pero con cauces para que sobre él se asiente la regeneración económica.


He mantenido tanto en público como en privado, que el Sr. Álvarez Cascos, fue el primer sorprendido en ganar las elecciones, ya que sus planes eran otros. Tenía no un programa de gobierno sino una larga lista que podría firmar cualquier persona cuando tras unas botellinas de sidra comienza a decir todo lo que haría si gobernara; tenía no un equipo de gobierno sino un conjunto de recién llegados a la campaña de publicidad de un producto llamado Foro, adornado con esencias asturianas; tenía la idea de que el estado (aunque fuera pequeñín) le cabía en la cabeza pero le faltaba la capacidad de formar y delegar. Ello explica que se nombraran primero a los cargos intermedios antes que a los titulares de las Consejerías, algunos abandonos, ciertas patéticas comparecencias, declaraciones contradictorias, desencuentros entre las personas implicadas y mucho de “aquí se hace lo que mande yo”. Y además de todo lo anterior tenía (que sólo esa flor faltaba al ramo) el ansia de quemar todo y construir a mayor gloria de…, sobre las cenizas.


Supongo que en la posición que está, el  señor Álvarez Cascos ya no podrá decir aquello de “prefiero partido sin gobierno que gobierno sin partido” y lo suyo será asumir el papel de héroe vencido pero héroe; quedará magnífico el plano de la cabalgada hacia la puesta de sol, mientras algunos lugareños lloran, aunque en las alforjas guarde las cartas marcadas y el elixir curalotodo propio de un charlatán.
Me gusta esa frase de que una persona puede morir por un pueblo, pero que jamás un pueblo debe morir por una persona. Espero que el deseo de venganza, la ambición de poder, la inmensa egolatría del  Sr. Álvarez Cascos que dice actuar en beneficio de todos los asturianos, que dice amar profundamente a Asturias, no lleve a este pueblo a la catástrofe. Hay cariños que matan y más si uno está rodeado de gallinas sin cabeza.

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