miércoles, 23 de noviembre de 2011

Foro y la cultura democrática

Hay partidos que cuando pierden elecciones u obtienen malos resultados, se retiran con dignidad a sus cuarteles de invierno. Pueden pensar que los electores se han equivocado en la percepción del mensaje que se les quería transmitir o que se han hecho mal las cosas y tienen que asumir el castigo de las urnas. En todo caso, lo que toca es hacer autocrítica y comenzar a trabajar en el día a día y de cara al futuro. Como decía Ernesto Sábato, los ideales nunca mueren, las ideologías sí.

Ese ejercicio de dignidad democrática es fácil para partidos que llevan a sus espaldas una larga trayectoria de sangre, sudor y lágrimas en su lucha por la libertad y están a avezados por la historia a pasar tiempos de oscuridad y exilio. O tiempos de reflexión y regeneración.

Sin embargo es difícil para quienes se han enganchado al carro de los que apuestan por el poder como un medio de obtener venganza y satisfacer el ego personal, comprender que los electores expresan con su voto una opción de gobierno con fecha de caducidad; eso les pone especialmente nerviosos, porque en el fondo aspiran no a gobernar ciudadanos sino a mandar sobre súbditos. Les falta cultura democrática.

Desde Mayo hasta el día de hoy, Foro Asturias (marca de mercado político a mayor gloria de Francisco Álvarez Cascos) ha mandado en vez de gobernar, ha puesto por delante de los intereses colectivos sus intereses particulares y ha confundido la vida pública con la vida privada, en la que  algunos miembros del gobierno regional y del Parlamento asturiano, desahogan sus frustraciones en redes sociales con un estilo propio de adolescentes aburridos o se comportan como la tarasca de la fiesta.

Convendría recordar a la diputada Carmen Fernández, que la pérdida de votos en su partido, no es consecuencia del nivel intelectual de los ciudadanos y sí del hecho que a algunos que le votaron, no están conformes con la inoperancia, los malos modos, la falta de fineza y de diálogo; o que se han dado cuenta de que a veces votar con la cabeza caliente y los pies fríos, provoca un resfriado democrático y se han puesto en cura. No debe olvidar además la señora diputada, que su poder es delegado y se sustenta en una Constitución; la época de todo para el pueblo pero sin el pueblo (incluidas algunas mayorías absolutas) debería ser sólo un epígrafe en la historia. Esperemos que esto no sea el comienzo de una epidemia

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