Asisto atónita, desde hace tiempo, a los intentos
desesperados en la búsqueda de un minuto de gloria en los noticiarios
regionales, ya sea prensa, radio o televisión, por parte de la portavoz de
Foro, Cristina Coto. Desde la retirada a sus cuarteles de invierno del que en su
día fue el general secretario, muñidor de un experimento político que como la
gaseosa perdió fuerza en cuanto se destapó y desparramó y capitán sin rumbo de
un Costa Concordia a la asturiana que duró seis meses, esta chica aspira a convertirse
en la gran esperanza blanca de la derecha asturiana y volver a instaurar la
gobernanza a tres turnos.
Para alguien que no la haya visto actuar en los
mejores estrados de la política de nuestra región, podría pasar por una mujer
joven y suficientemente preparada, con ánimo de servicio público… ¡Lástima que
en las distancias cortas la luz ya no sea tan favorecedora! Sus gestos y
actitudes denotan una avidez por el poder que resulta inquietante y que parecen
el pálido reflejo de una sombra demasiado alargada que maneja los hilos de su
discurso; intenta en el movimiento nervioso de la melena, el ceño fruncido y el
gesto altivo, hacer ver que está por encima de todos en su lucha infatigable
contra la decadencia del momento histórico que le ha tocado vivir, pero no pasa
de comportarse como una cría caprichosa y maleducada, que interrumpe a
destiempo e intenta salirse con la suya.
Sus discretos inicios en el PP y su ascenso en el
mismo, no parece tenerlos en cuenta sino
como una transición purificadora hacia fines más altos, siguiendo la estela de
quien considera el
político más brillante de la historia contemporánea reciente por su
experiencia, su sabiduría y su carisma". No es extraño que tras el batacazo electoral de
Mayo, su conclusión fuese que los asturianos se habían equivocado y Foro tenía
la razón; quizás por ello no le importó lo más mínimo unirse a Mercedes
Fernández –a quien había acusado de alojarse en el descrédito y mil lindezas
más- en un intento desesperado por alcanzar el poder que fracasó.
También por ello, Cristina Coto, se lanza sin
previo aviso sobre todo lo que se mueve en el Parlamento regional, siempre que
haya prensa de cualquier tipo dispuesta a transmitir la jugada. Imagino que
luego, la portavoz de Foro, visionará imágenes y repasará titulares para
mejorar su estilo lenguaraz y desenvuelto, mientras sonríe con un gesto
parecido al de la reina Mª Antonieta cuando subió al cadalso de la Bastilla:
convencida de tener razón y de estar muy por encima del populacho.
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