jueves, 9 de mayo de 2013

Cañones o mantequilla (una reflexión histórica-educativa)


Los voceros del régimen gritan que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y mientras inyectan sangre fresca en el sistema financiero, nos señalan con el dedo acusador. Ocultan los chanchullos urbanísticos, los pagos bajo manga, los sobresueldos, el dinero oculto en paraísos fiscales o las cuentas en bancos del país del reloj de cuco, que por cierto, es un pájaro oportunista y ladrón.
Pero tampoco, la ilustre oposición –y excluyo al sector de los iluminados- ha sido capaz de enfrentar los malos tiempos y desafiar con la dignidad de su historia, a quienes aplastan la dignidad de la ciudadanía. No estamos en la Europa decimonónica pero les ha faltado un poco de  fibra libertaria y les ha sobrado otro poco de grasa burguesa.

Mientras, la gente del común sufre la negra sombra de la crisis y del paro, familias de varias generaciones ensayan la técnica del alambre y un hombre honrado se cuelga del cuello ante el desahucio que llama a su puerta, cuando quizás a quien habría que colgar, mayormente de los pulgares, es a quienes están robando la esperanza y el futuro.
Estamos en guerra, una guerra económica pero guerra al fin y al cabo, donde  se vuelve a hablar de aquello que dijo Goebbels, ministro de propaganda nazi, cuando afirmó que había que decidir entre cañones y mantequilla. O dicho en términos actuales políticamente correctos, hay que optar entre austeridad y despilfarro.
Es curioso oír hablar con gesto pomposo, de austeridad, a gente que ha hecho negocio de casi todo y que ha vivido, vive y vivirá  al sol que más calienta; y duele como una herida abierta, que despilfarro sea para esta tropa, los derechos fundamentales y los servicios públicos, conseguidos y construidos cuidadosamente durante años.

En esta línea y referido a la Educación Pública, la LOMCE que se acerca, supone un torpedo en la línea de flotación de la enseñanza pública de este país. El afán privatizador del Gobierno raya en un ansia enfermiza por controlar la educación desde parámetros empresariales de beneficios y pérdidas, cosa que encaja como un guante en los experimentos de un Sociólogo metido a ministro de Educación, con los centros escolares convertidos en empresas con cuenta de resultados y ranking corporativo.
La LOMCE supone dejar fuera del sistema al alumnado más vulnerable por razones intelectuales, sociales o económicas: van a desaparecer las horas de apoyos y refuerzos; se eliminan ayudas para comedores, libros y transporte; se obliga a concretar las opciones de estudios en edad más temprana, cuando todavía no se ha definido con claridad la personalidad del alumnado; se esfuman asignaturas y modalidades en la ESO y Bachiller, dejando la mayor variedad para los centros escolares urbanos y centrales, con lo que los periféricos y sobre todo los del mundo rural, van a sufrir, además de la económica, una discriminación intelectual; hay un intento claro de desmantelar la Formación profesional; y aumentan los obstáculos y las trabas para acceder a la enseñanza superior.
La LOMCE además, constituye en sí misma el máximo recorte posible, pues blinda con rango de ley, todos los ajustes ejecutados hasta ahora y los que se quieran ejecutar en adelante.
Pero si todo lo anterior no fuera suficientemente grave, la LOMCE supone abrir las puertas al acoso y derribo sobre los sistemas democráticos que rigen en los centros escolares y uniformizar ideológicamente a la ciudadanía desde las aulas: se controlarán los currículos para hacer desaparecer “materias peligrosas” como la Educación para la ciudadanía o se consolidará la Religión como materia evaluable en la ESO y Bachiller y sumatoria para la nota final de cara al acceso a la Universidad, con el agravio comparativo que supone para el alumnado que no curse esa materia; se anularán  las competencias de los Consejos escolares; y se controlará la elección de la dirección de los centros, dando la posibilidad a la misma, de la contratación y despido del profesorado, creando “colegios e institutos” a la carta, que recibirán el pan y la sal, cuanto más afines sean al pensamiento oficial. Algo que encantará a los jóvenes cachorros del PP, que impulsaron no hace mucho una campaña de denuncias contra los profesores que en el ejercicio de su libertad de cátedra, se mostraran desafectos a las políticas de su partido.

Se trata al final de hacernos creer que la situación actual económica, política y social no tiene otra salida, que debemos optar por cañones o mantequilla, y que esa opción es la que hay que asumir dejando de lado nuestros derechos y retrocediendo en los avances conseguidos. Pero "una  vez que un gobierno tiene a un pueblo a sus pies, una vez que se ha hecho con su conciencia, entonces es capaz de hacer con él lo que se le antoje". Esto último también lo dijo Goebbels.


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