Añoro los veranos donde las imprentas
de los periódicos y las emisoras de radio y televisión, exprimían a la alegre
muchachada de guardia, para obtener una noticia de interés que animara la
mañana de paseo y vermut y la tarde de siesta. Desde hace tiempo, la actualidad
no se toma vacaciones y, aunque ya no se lleva la orden de “paren las
rotativas” o los teletipos con crisis cardiacas, la inmediatez de Internet o
los trending topic, recorren las venas de un país que se nos está yendo al
carajo.
Don Mariano Rajoy, desembarcó con
armas y bagajes en el Gobierno de la nación y a modo de un personaje canalla de
Los gozos y las sombras, se dijo
mirando al programa electoral, aquello de “prometer hasta meter y después de
metido nada de lo prometido”. Luego, al atropello siguió lo de “mantenella y no
enmendalla” y las personas hipotecadas al borde del desahucio y las tocadas por
el paro, se convirtieron en gente que había vivido por encima de sus
posibilidades; los estudiantes en enemigos públicos; los médicos y profesores
en vagos y acomodados; y la cultura y la investigación en elementos
prescindibles. Al final la borrachera de poder del señorito, la paga la España
humillada y ofendida que no encuentra defensa ni en su casa ni fuera de ella,
ni siquiera cuando los oscuros negocios y tejemanejes de quienes la gobiernan
empiezan a brotar. Y cuando la mierda empieza a emerger, es que las cañerías
están repletas y por muchas ruedas de prensa dirigidas, pantallas de plasma sin
opción a preguntas, cómodas intervenciones internacionales o sonoros silencios
que bordean peligrosamente el poder dictatorial, el hedor se vuelve
insoportable.
Ahora, don Mariano, en la reunión
en Mallorca, con parte de los ministros de Asuntos Exteriores de la UE –las
cifras varían según los medios entre 12 y 18 de los 28 invitados- se ha crecido
para afirmar que “es en las elecciones
donde los pueblos legitiman a sus representantes para ejercer las
responsabilidades de gobierno”. Se le olvidó añadir que siempre que no se
use el engaño o directamente la mentira, para obtener el respaldo de las urnas;
tampoco creo que haya recordado que Hitler fue conquistando el poder en
sucesivas elecciones legítimas. Otra cosa es lo que después se hace con él, en
manos de quien se delegue o a que grupo de presión burocráta-financiero se
entregue, traicionando la soberanía nacional.
Siempre he temido más a los
idiotas que a los malvados, porque contra éstos sabes que tienes que preparar todas
tus defensas, pero contra aquellos ignoras de donde te llega el desastre que
han provocado. A esa conclusión debió haber llegado Mark Twain, cuando dijo que
“se puede andar con una pistola cargada, se puede andar con una pistola
descargada, pero no se puede andar con una pistola que no se sabe si está
cargada o descargada”.
Llega un momento, por mucha Marca
España que se diseñe, que si la Jefatura del estado no es ejemplar, el ejecutivo
es un gobierno dirigido por entidades supranacionales, el legislativo está
prisionero de una mayoría absoluta con ínfulas de “ahora os vais a enterar” y el
presidente del Constitucional oculta su militancia en el partido del régimen (lo de Twitter -Juan Carlos Gafo
dixit- no deja de ser una anécdota),
se le están dando patadas en el culo a Montesquieu, Rousseau y Voltaire y extendiendo la mano abierta a “el fin justifica los medios” de
Maquiavelo. Pienso en Jovellanos moribundo “…nación sin cabeza, desdichado de mí”.