El catedrático de Historia Contemporánea de la
Universidad de Sevilla, Manuel Moreno Alonso –ser catedrático no exime de decir
tonterías- intenta desmitificar al general
asturiano Rafael del Riego, que encabezó la sublevación liberal de 1820,
con epítetos como “joven oficial
escasamente conocido” “ascendido inmerecidamente” o persona “con temor a
embarcarse para América”…
Acusar a Riego de
cobardía y poca preparación es cuando menos curioso. Se formó en el grado de
Leyes y Cánones en la Universidad de Oviedo, comenzó su carrera militar y se batió
el cobre en la guerra de la Independencia, luchando por su patria y sirviendo a
la Corona prisionera en Bayona –según las noticias oficiales- lo que le valió
la prisión y la deportación a Francia, donde entraría en contacto con las ideas
revolucionarias; en ellas la influencia ilustrada asturiana fue indudable. A su
regreso a España, fue ascendido por méritos de guerra y juró la Constitución de
1812 (la primera liberal de España)
El
profesor Moreno Alonso, que con gracejo sevillano llamó en su momento,
“pandilla de pardillos” a los diputados de Cádiz, quizás olvida que mientras
éstos se daban a sí mismos y al país una Constitución –imperfecta, pero
Constitución al fin y al cabo- y los españoles de dejaban la piel y la sangre
luchando contra el ejército invasor, Fernando por mal nombre llamado el
Deseado, había abdicado en José Bonaparte y agobiaba a Napoleón, pidiéndole más
comodidades en sus habitaciones, dinero para sus gastos y fracasado su intento
de casarse con la hijastra del Emperador, ponía su interés en la hija de
José.
No
sé si Riego era consciente en ese momentos del rey ignorante que volvería a
ocupar el trono de España y lo que esperaba a los liberales (no hay más que
leer el Manifiesto de los Persas) pero pronto se daría cuenta que Fernando VII
era un cobarde y un felón, que iba con los de la feria y venía con los del
mercado. Y por si fuera poco, perjuro porque aquél “vamos juntos, francamente, por
la senda constitucional”, le duró el tiempo que le permitió planificar la
destrucción de quienes habían confiado en él.
A
mi parecer, Manuel Moreno Alonso, olvida la premisa de todo buen profesional en
el quehacer histórico: consultar fuentes diversas y contrarias para equilibrar la
verdad de los hechos y ser objetivo; está muy feo, publicar un artículo donde
se manipulan las cosas para que se adapten a nuestra ideología o a la política -cierta
forma de hacer política- del momento; salvo que el señor catedrático, aspire al
título de historiador de cabecera.
Un
ejemplo es la cita sobre que "Riego alimentó el descontento de sus soldados al
decirles no sólo que iban a ser alejados de su patria en buques podridos, sino
que alegó que lo iban a hacer para llevar una guerra injusta al nuevo
mundo"; y en ella, encuentra el profesor sevillano el mejor ejemplo de
cobardía. Y para ello se salta a Montesquieu, Rousseau, la revolución
americana, la francesa, la trayectoria de Riego y lo que haga falta; ¡con un
par, mi armaaaa…! Riego, anticipó sin saberlo, los barcos
podridos que llevaron a la armada española al desastre del 98, la carne de
cañón, sustituta de los hijos de los ricos, de los pobres hijos de campesinos y
obreros en Cuba y Marruecos, mientras en España, reyes ineptos y políticos
corruptos, hacían negocios… ¿Les suena?
Lo
cierto es que el único cobarde de esta historia, se llamaba Fernando de Borbón,
que se ocupó personalmente, como el ser mezquino y rastrero que era y que tan
bien retrató Goya, de vengarse de Riego y regodearse en su fin y en la
persecución de sus amigos , asegurándose, en un gesto de clara rapiña, que las
pocas propiedades del general, necesarias para la subsistencia de su familia,
pasasen a la Corona.
España
perdió con los liberales que apoyaban a Riego (que se había apartado del poder)
la posibilidad de engancharse a un sistema parlamentario al modo inglés y tuvo
que cargar con la herencia envenenada de Fernando VII y sus sucesores, que
abrieron un periodo de retroceso político, social y económico. Todo lo demás es
historia y por supuesto demonizar todo lo que suene a república y democracia en
el más amplio sentido de la palabra.
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