domingo, 28 de junio de 2015

Jugar con la muerte a los dados

He sentido una gran tristeza, al escuchar la noticia de la muerte del niño de Olot que desde hace semanas, luchaba contra la difteria. Imagino el dolor de sus padres, acrecentado por ese sentimiento que nos envuelve cuando consideramos que hemos sido engañados. Y lo  más lamentable de todo es que esta muerte era perfectamente evitable.

Por razones de profesión y de afición, bucear en viejos documentos y conocer la historia de nuestros ancestros,  está  presente en muchas de mis horas. A veces, embebida en esa tarea, he reflexionado sobre cuánto hemos avanzado en el conocimiento sobre las enfermedades, sobre los  remedios y las técnicas para luchar contra ellas y en la lucha a brazo partido contra la muerte.

Por eso, no llego a comprender como existen quienes imbuidos de no se sabe que ideas peregrinas, parecen querer vivir en siglos pasados, jugando con la enfermedad y con la muerte a los dados. Por eso, me indigna que esas personas, disfrazadas con palabras seudocientíficas y ropajes sectarios, manipulen y engañen a otras que por diversas razones son fácilmente sugestionables o tienen tendencia a ser crédulas.

Cuando en mis clases explico tasas demográficas y hablo del crecimiento de la población y de la mejora de sus condiciones sanitarias en los siglos XIX y XX, tengo que referirme siempre, a lo que supusieron las medidas de higiene y profilácticas en la disminución de las tasas de mortalidad; para muestra, el dato de que la esterilización sencilla –hervirlas unos minutos- de las tijeras con que se cortaba el cordón umbilical, redujo a la mitad, las infecciones entre parturientas y bebés. También, claro está, la aparición de los primeros hospitales y sobre todo el descubrimiento de las vacunas, que fueron para evitar y controlar las epidemias, algo fundamental. Los ejemplos de cómo estaban las cosas, se pueden estudiar a través de fuentes primarias como los Libros de Asentamiento Parroquiales y en concreto los Libros de Difuntos y suelen ser bastante contundentes. 
Fruto de una pequeña investigación sobre el Valle de Turón en el Concejo de Mieres, puedo señalar algunos apuntes que vuelven a mi memoria con cierta emoción:

-por ejemplo a  finales del siglo XIX, el caso de tres hermanos de 18, 23 y 25 años, que fallecen en apenas tres semanas, víctimas de  la viruela, “dejando solos y desamparados a sus padres ya ancianos que no podían ocuparse de la casería”
-por ejemplo la epidemia de difteria que entre Julio y Octubre de 1893, asola el Valle, cebándose en niños entre los 19 meses y los 12 años...
-por ejemplo la epidemia (no se indica de qué) que se produce entre 1897 y 1899 y que debió ser intensa y terrible por la cantidad de afectados entre bebés y niños muy pequeños, pues ninguno superaba los 4 años...

Todavía hasta fines de los años 50 y principios de los 60 del siglo XX, enfermedades como la polio, la tosferina, la propia difteria y otras similares, causaron estragos.

Siempre y en todos los casos, he pensado al leer y anotar estas cosas, la suerte que tenemos de vivir en una época donde los avances médicos -entre ellos las vacunas-, salvan cada día la vida de mucha gente o las protegen de lesiones muy graves. También pienso que en un mundo todavía con grandes desigualdades, donde existen muchos países y personas sometidas al  hambre y a la enfermedad, los que tenemos la suerte de vivir en una sociedad desarrollada, no podemos ni debemos traicionar a quienes cada día luchan contra ello; y es nuestra obligación también, combatir para que a todas esas personas les llegue de forma rápida, a bajo coste y con amplitud, el remedio a sus males. Flaco favor haremos a estas personas y a nosotros mismos si nos dejamos aconsejar de iluminados y gurús con afirmaciones más propias de un mundo dominado por la  ignorancia, la superstición y el fanatismo que por el avance médico y científico.

Edward Jenner, investigador, médico rural y poeta, además de descubridor de la vacuna contra la viruela dijo “espero que algún día la práctica de contagiar la viruela vacuna a los seres humanos se extienda por el mundo; cuando llegue ese día, ya no habrá más viruela”. Esta enfermedad, por cierto, ha sido erradicada del mundo.
Jenner dijo también “me esforzaré aún más para proseguir con esta investigación, una investigación que yo confío que no será meramente especulativa, sino de suficiente empuje para inspirar la agradable esperanza de que se convierta en algo esencialmente beneficioso para la humanidad”.

Son muchos los nombres que vinculados con la investigación de las enfermedades dejaron y están dejando lo mejor de sus vidas para encontrar vacunas, técnicas y medicamentos que han contribuido y contribuirán a salvar millones de vidas. En la lucha contra la enfermedad, el dolor y la muerte, este es el ejército al lado del que quiero estar y desde la trinchera de mi aula, lucharé contra todas las formas de ignorancia.