domingo, 8 de septiembre de 2013

La ciega soberbia

Decía S. Agustín, que la soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano.

Los miembros más preclaros del PP, con Rajoy a la cabeza, llevan encaramados a la soberbia desde que obtuvieron la mayoría absoluta. El subidón de adrenalina al tocar poder les hizo ponerse por encima del bien y del mal y tomaron como materia de actuación, la idea de que se estaba con ellos o contra ellos. El enemigo a batir eran los profesores, los médicos y otros funcionarios públicos en particular y trabajadores en general, los estudiantes, los jóvenes y los ancianos… y todo aquél que fuera contra su  programa político basado en el engaño.

A gusto con la soberbia, Soraya Saéz de Santamaria, en estado perpetuo de éxtasis cuando habla su inmediato superior; inundado de soberbia, Wert con su Ley de Educación, discriminadora y para ricos; enfermo de soberbia Luis de Guindos, que dada su trayectoria en las finanzas internacionales, es como poner al zorro a cuidar a las gallinas; pletórico de soberbia, Montoro, que es un perseguidor incansable de evasores fiscales que no sean de su ideología; ciego de soberbia con su marca España, García Margallo; levitando de soberbia, Fátima Báñez, con su bajada de 31 parados menos en Agosto; armado de soberbia, Morenés y sus intereses en fábricas del ramo; encendido de injusticia y de soberbia, Ruiz Gallardón y sus distintas varas de medir; inyectándose en vena grandes dosis de soberbia, Ana Mato y su reparto de la miseria sanitaria y social; luciendo un soberbio moreno pijo de España, Soria y su incapacidad de gestionar la industria de este país; jugando con la pelota de la soberbia a ver quién la toca más veces, los que quedan… Y soberbio hasta la hinchazón enfermiza, síntoma de la corrupción interna, el presidente Rajoy, mano de hierro con los débiles, guante de terciopelo con los fuertes, incapaz de decidir si sube o baja la escalera de su gobierno, imponiendo austeridad y reformas draconianas  para salvar la crisis, que recaen sobre las espaldas de la ciudadanía.

En este empacho de soberbia, sin miedo a reventar, tocaba gastar millones de euros en una candidatura para convertir a Madrid en la futura prima donna del deporte mundial, a mayor gloria del gobierno Rajoy, que tendió la mano a Ignacio González Eurovegas, presidente comunero de acrisolada experiencia en negocios estrella, y a Ana Botella de Aznar, que tiene “su” alcaldía, como antes las damas de posibles, tenían “sus” pobres. La política hace extraños compañeros de cama, pero todo vale (incluso la realeza en horas bajas) para desviar la atención y tapar el olor a mierda, aunque se disfrace de cantos patrios y dignidad nacional, modelo F. F. Bahamonde.

Alguien dijo una vez que uno sabe que el mundo se ha vuelto loco cuando el mejor rapero es blanco, el mejor golfista es negro, los suizos ganan la Copa América de vela, Francia acusa a EEUU de arrogancia y los alemanes no quieren ir a la guerra.     

Yo añadiría que también cuando quienes suelen llevar en sus genes el gusto por el paso de la oca, se declaran entusiastas de las carreras olímpicas. Confío sin embargo que con ellos y ellas, ocurra lo que decían los clásicos: cuando los dioses quieren perder a los hombres los vuelven ciegos. De soberbia, claro.