domingo, 20 de julio de 2014

Mieres, historia de un desgobierno

Algunas noticias que genera el Grupo de Gobierno del Ayuntamiento de Mieres, con Aníbal Vázquez a la cabeza, hacen que grite aquello de “me siento rejuvenecer”.  Una que pasó por las aulas universitarias, no en el glorioso 68 pero todavía en épocas de la joven democracia, recuerda aquellas asambleas de Facultad llenas de ímpetu primaveral, donde después de tres horas de reunión, salías con los pies fríos, la cabeza caliente y la convicción de haber arreglado el mundo porque nuestros delegados “estaban en ello”, pero luego pasado el momento de ebullición, todo quedaba en agua de borrajas.

Quizás al Alcalde de Mieres y a su equipo, convendría decirles con un deje melancólico, ¡gobernar era esto…!”  Porque no se puede gestionar, administrar y dirigir a un Concejo, con la buena voluntad de una sociedad de festejos o una Asociación Cultural y “si sale con barba San Antón y si no la Virgen de la Asunción”…  O para los no creyentes, actuar “como el ejército de Pancho Villa”, sin ningún tipo de organización ni coordinación.

Los ejemplos caen como los puñetazos sobre un boxeador en horas bajas. Ya no es que se cierren servicios de interés ciudadano (Piscina, Telecentro…) y se aboque a una serie de trabajadores al paro sin plantearse la búsqueda de alternativas, sino que se permiten perder una subvención de 22.500 euros para mantener el puesto de la Agencia de Desarrollo Local e Igualdad, que presta una ayuda primordial a las mujeres del Concejo… Y como el asunto raya en la desidia y en el escándalo, se decide asumir el coste a cargo de las arcas municipales, lo que añade además un trato diferenciado respecto a otros trabajadores. Vamos, que me imagino al grupo de IU, coreando al responsable lo de “ahí gallu, y pon otra de sidra a enfriar que pago yo…” Y eso sin contar con lo que no emerge a la luz pública o lo que vamos olvidando en el salir adelante unos y en las dulzuras veraniegas otros.

A estas alturas, no  sé si la ciudadanía de Mieres ha llegado a una conclusión evidente: que el actual Alcalde, fue una imagen de marca y es muy difícil conjugar las promesas populistas con la dura tarea de gobernar,  y más en tiempos de vacas flacas. Lo que está claro es que unos le votaron por las promesas (a ver si resulta ahora que también IU tenía un programa oculto como el PP) y otros con los pies fríos y la cabeza caliente, que es la mejor manera de coger un resfriado democrático de no te menees, que tiene como consecuencia -cuando se supera el periodo febril- quedarse con las defensas por los suelos, a merced de un serio ataque sobre el organismo cívico.

Desde luego, yo si he llegado al convencimiento de que el Concejo de Mieres, está siendo gobernado por un grupo de asamblearios desnortados, alimentados durante años en el rencor por no gobernar  y que no teniendo lealtad institucional a nivel local, la exigen a nivel regional, con acusaciones de cercos y acosos que ocultan su incapacidad de gestión municipal en la Casa de Ayuntamiento y de dirección política verdaderamente democrática fuera de la misma. Como diría un italiano, ¡manca finezza!... No es extraño que algunos, anteponiendo su militancia y su pasado de lucha obrera, se hayan ido, para no ser cómplices con la estafa que se está perpetrando contra la ciudadanía, sin atisbo de dolor o de vergüenza ante las necesidades del Concejo, de los colectivos más vulnerables y del bienestar general… Porque lo más sangrante además es que ni se informan, ni se aconsejan, ni se coordinan y optan por aquello de “¡tira que libras!...

Podía decir –jugando con historia y el nombre de nuestro alcalde- que no vale la pena, como hizo Aníbal, cruzar los Alpes al paso de elefantes, para ir perdiendo miles de hombres en el camino, y llegar con los restos de un ejército hambriento y aterido, incapaz de conquistar Roma. Pero me parece que es una metáfora demasiado solemne. Al Regidor y al equipo de gobierno del Concejo de Mieres, les cuadra más, aquellos versos de Cervantes sobre un valentón: …y luego, incontiente/ caló el chapeo, requirió la espada/miró al soslayo, fuese y no hubo nada.













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