Algunas
noticias que genera el Grupo de Gobierno del Ayuntamiento de Mieres, con Aníbal
Vázquez a la cabeza, hacen que grite aquello de “me siento rejuvenecer”. Una que pasó por las aulas universitarias, no
en el glorioso 68 pero todavía en épocas de la joven democracia, recuerda
aquellas asambleas de Facultad llenas de ímpetu primaveral, donde después de
tres horas de reunión, salías con los pies fríos, la cabeza caliente y la
convicción de haber arreglado el mundo porque nuestros delegados “estaban en ello”,
pero luego pasado el momento de ebullición, todo quedaba en agua de borrajas.
Quizás
al Alcalde de Mieres y a su equipo, convendría decirles con un deje
melancólico, ¡gobernar era esto…!” Porque no se puede gestionar, administrar y
dirigir a un Concejo, con la buena voluntad de una sociedad de festejos o una
Asociación Cultural y “si sale con barba San Antón y si no la Virgen de la
Asunción”… O para los no creyentes,
actuar “como el ejército de Pancho Villa”, sin ningún tipo de organización ni
coordinación.
Los
ejemplos caen como los puñetazos sobre un boxeador en horas bajas. Ya no es que
se cierren servicios de interés ciudadano (Piscina, Telecentro…) y se aboque a
una serie de trabajadores al paro sin plantearse la búsqueda de alternativas, sino
que se permiten perder una subvención de 22.500 euros para mantener el puesto
de la Agencia de Desarrollo Local e Igualdad, que presta una ayuda primordial a
las mujeres del Concejo… Y como el asunto raya en la desidia y en el escándalo,
se decide asumir el coste a cargo de las arcas municipales, lo que añade además
un trato diferenciado respecto a otros trabajadores. Vamos, que me imagino al
grupo de IU, coreando al responsable lo de “ahí gallu, y pon otra de sidra a
enfriar que pago yo…” Y eso sin contar con lo que no emerge a la luz pública o
lo que vamos olvidando en el salir adelante unos y en las dulzuras veraniegas
otros.
A
estas alturas, no sé si la ciudadanía de
Mieres ha llegado a una conclusión evidente: que el actual Alcalde, fue una imagen
de marca y es muy difícil conjugar las promesas populistas con la dura tarea de
gobernar, y más en tiempos de vacas
flacas. Lo que está claro es que unos le votaron por las promesas (a ver si
resulta ahora que también IU tenía un programa oculto como el PP) y otros con
los pies fríos y la cabeza caliente, que es la mejor manera de coger un resfriado
democrático de no te menees, que tiene como consecuencia -cuando se supera el
periodo febril- quedarse con las defensas por los suelos, a merced de un serio
ataque sobre el organismo cívico.
Desde
luego, yo si he llegado al convencimiento de que el Concejo de Mieres, está
siendo gobernado por un grupo de asamblearios desnortados, alimentados durante
años en el rencor por no gobernar y que
no teniendo lealtad institucional a nivel local, la exigen a nivel regional,
con acusaciones de cercos y acosos que ocultan su incapacidad de gestión
municipal en la Casa de Ayuntamiento y de dirección política verdaderamente
democrática fuera de la misma. Como diría un italiano, ¡manca finezza!... No es extraño que algunos, anteponiendo su
militancia y su pasado de lucha obrera, se hayan ido, para no ser cómplices con
la estafa que se está perpetrando contra la ciudadanía, sin atisbo de dolor o
de vergüenza ante las necesidades del Concejo, de los colectivos más
vulnerables y del bienestar general… Porque lo más sangrante además es que ni
se informan, ni se aconsejan, ni se coordinan y optan por aquello de “¡tira que
libras!...
Podía
decir –jugando con historia y el nombre de nuestro alcalde- que no vale la pena,
como hizo Aníbal, cruzar los Alpes al paso de elefantes, para ir perdiendo
miles de hombres en el camino, y llegar con los restos de un ejército
hambriento y aterido, incapaz de conquistar Roma. Pero me parece que es una
metáfora demasiado solemne. Al Regidor y al equipo de gobierno del Concejo de
Mieres, les cuadra más, aquellos versos de Cervantes sobre un valentón: …y luego, incontiente/ caló el chapeo,
requirió la espada/miró al soslayo, fuese y no hubo nada.
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