domingo, 5 de julio de 2015

Iglesias Turrión o la demagogia

Soy consciente de la carga de demagogia con que la clase política carga sus palabras sobre todo en tiempos electorales, pero a veces, no sé si por la influencia de las masas o por los efluvios emanados del micro y el atril, la demagogia deriva directamente en pura y simple tontería.
Iglesias Turrión visita Galicia y además de las consabidas frases en que la expresión la  gente, no es que la manipule, sino que la postrituye, ha comenzado a comportarse como un madrileño cuando visita la periferia del Norte; y me da igual que la periferia sea Galicia o Asturias, porque gallegos y asturianos…

Los madrileños, cuando salen de la villa y corte y viajan al Norte, ya se sabe que se meterán con un calzado no adecuado por Picos o cualquier zona escabrosa, organizarán un atasco monumental por tres vaques que pastan plácidamente al borde de la carretera y por supuesto, hablarán de la mina y los mineros, aunque no tengan ni repajolera idea.

Iglesias Turrión, ha afirmado entre otras lindezas que "sentir orgullo de país" es posible cuando a un paciente lo puedan atender "los mejores profesionales sanitarios",  cuando "el hijo de un minero pueda ser director de la mina" o cuando "a quienes lo necesiten, las instituciones les envían a un trabajador social y no a la policía para desahuciarlos.” Es decir ha metido en un saco un montón de tópicos –se le ha olvidado algo referido a la enseñanza-  ha añadido unas gotas de nosotros o el caos, y se ha quedado más ancho que largo.

Me gustaría ver a Iglesias Turrión en Asturias, sobre todo después de que su marca en el Principado junto con los camaradas de IU, están sentando las bases para que gobierne la derecha en alianza con la flor y nata de la incompetencia y la traición… Más que nada para ver al ilustre politólogo y comunicador, envuelto en “la bandera de la gente”, con una sonrisa encantadora, desgranando obviedades.
Pero sobre todo me gustaría ver a Iglesias Turrión en las Cuencas Mineras, de donde han salido generaciones enteras, hijos e hijas de mineros, que gracias al esfuerzo de su familia y de las políticas sociales han podido llegar a la Universidad y formarse para ser excelentes profesionales: ingenieros, médicos, profesores… Le convendría al profesor Iglesias Turrión, superar la etapa de La aldea perdida y comenzar a hablar del futuro del territorio, al que le están colapsando las venas, los compañeros de viaje que quieren gobernar esta región con la ayuda del ego desmesurado de sus camaradas..

Si al final, Iglesias Turrión, se decide a visitar Asturias, yo me comprometo a acompañarle como guía. Prometo ser tolerante con sus tópicos de turista madrileño, y mientras visitamos el Campus de Mieres, sobre el área histórica del pozo Barreo, el lugar donde se ubicó el tajo de muchos mineros, y donde hoy se alza un lugar para la enseñanza y la experimentación, un foro de cultura abierto y plural, nuestra imagen de marca, le hablaré de Manuel Llaneza y de su proyecto de Universidad Popular para Mieres, donde los hijos de los obreros y los obreros mismos pudieran formarse.

Acaso Manuel Llaneza, supo ver en la niebla del tiempo y de los años cuando dijo, el porvenir es nuestro, que como lema, debe reconocer Iglesias Turrión, es infinitamente mejor que las nonadas que prepara para sus mítines y supongo que ensaya para experimentar lo convincentes que suenan.

En todo caso, nada está inventado, ni siquiera el juego de la estrategia del poder, donde Iglesias Turrión parece haber encontrado su sitio y el lugar donde experimentar las teorías políticas y los debates televisivos usando como conejillos de Indias a esa gente de la que tanto habla. Cualquier día se le escapará eso de “este público al que tanto quiero y al que tanto le debo”.  

jueves, 2 de julio de 2015

Iglesias Turrión, del asalto a los cielos al asalto al poder

Desde su aparición en la escena política, Iglesias Turrión ha tenido un recorrido fulgurante. Es indudable que tiene a sus espaldas una carrera universitaria notable, en relación con sus intereses, pero no más que la de miles de jóvenes que en este país y fuera del mismo, luchan cada día por su futuro… Ha tenido eso sí, la capacidad de saber montar una cuidada mercadotecnia que enfoque la luz sobre su persona, y como todos los grandes manipuladores, se ha rodeado de los peones adecuados, del lenguaje cuidadosamente deformado para su provecho y sobre todo de la utilización descarada de la gente, esa de la que ha dicho “es su única patria”. Si tenemos en cuenta que entre sus logros académicos está un Master en el que realizó cursos de filosofía de los medios de comunicación y estudió teoría política, análisis político del cine y psicoanálisis, la cosa más que clara, es cristalina.

No es tampoco baladí, el rodaje que Iglesias Turrión ha tenido por los platós de televisión y que le ha servido para construir su personaje como dirigente de Podemos; un personaje a medias entre el líder obrero y el líder revolucionario con aires –nueva política, lucha contra la casta- de neopijo con camisa blanca, ¡ay!, tan tontamente imitada por algunos. Y en la creación de ese personaje ha echado mano de todos los artificios posibles para su objetivo, entre ellos el de la democracia popular a pie de calle.

En Febrero de 2014, en una entrevista para el Huffington Post realizada por Pablo Machuca, el líder de Podemos decía: los círculos están abiertos a todo el mundo, son espacios de protagonismo popular y tienen que tener su propio recorrido a la hora de plantear qué quieren hacer. No queremos que sean espacios en los que nosotros demos la consigna, sino instrumentos de la auto organización de la gente. Y si siguen creciendo, se organizan y se empoderan, esta campaña puede ser una excusa magnífica de recuperación del protagonismo popular. Y si luego les damos un susto en las elecciones y las ganamos, no será más que el inicio de un nuevo camino. No queremos dar la nota en esta campaña, queremos ser la nota de una nueva canción que seamos capaces de componer entre todos y todas.

Un año y medio después de estas palabras, Iglesias Turrión, impone un sistema de primarias para garantizar el control de todos los puestos de salida, en las listas al Congreso en las próximas elecciones generales; ya lo dijo Lenin  "la confianza es buena pero el control es mejor”. El líder de Podemos y su entorno –el Consejo Ciudadano Estatal­- deben haber considerado que vale más asaltar el poder que los cielos. El descontento entre las bases podemitas es un hecho y Iñigo Errejón, Secretario de Política, se ha apresurado a defender el sistema elegido incluso antes de su presentación, lo que ha sonado a excusatio non petita accusatio manifesta.  Podemos, que iba a reinventar la democracia y ser el espejo en el que se reflejara la ciudadanía, sigue las pautas para convertirse en un partido al uso.


En cuanto al líder de Podemos, ignoro hasta donde le llevará su sobredosis de soberbia y si entre sus planes más próximos se encuentra su propia “noche de los cuchillos largos”; en todo caso convendría recordar lo que Lenin dejó escrito en su testamento, referido a Stalin: Convertido en secretario general, ha concentrado en sus manos un inmenso poder, y yo no estoy seguro de que sepa servirse siempre de él con la suficiente prudencia”.