Las
emisoras y las rotativas de los periódicos echan humo por la noticia de la
imputación de Cristina de Borbón en el caso Nóos y parece que para algunos se están
cayendo los pilares de la tierra, porque una Infanta de España tenga que
declarar ante un Juez.
Se
olvida –o eso se da a entender- que estamos en el siglo XXI y no en el Antiguo
Régimen; esta es una sociedad de ciudadanos, no de súbditos, y si alguien tiene
que dar explicaciones ante los tribunales, deben ampararle sus derechos
constitucionales y las garantías jurídicas, nada más; y que cada quien responda
de sus actos. Al menos si es verdad lo que el Rey dijo sobre que “la justicia
es igual para todos”.
No
parece entenderlo así José Manuel García Margallo, Ministro de Asuntos
Exteriores, si tenemos en cuenta sus declaraciones “de que esto se sustancie
con rapidez porque no beneficia a la
Marca España”. Y ha añadido que "cualquier cosa que afecte a una
institución que ha sido capital en la Transición española y que es capital para
el prestigio de España en el exterior, causa enorme preocupación en el
Gobierno”.
Convendría
recordarle al señor Ministro que no hay mejor patrocinio para un país que
exportar la imagen de un Gobierno coherente con sus promesas de gestión para
resolver los problemas del país y preocupado por el bienestar de la ciudadanía.
Escandalizarse ahora, con la que ha caído y está cayendo, sobre todo en el
entorno del Gabinete Rajoy y en la sede de Génova, tiene bemoles. De todas
formas, si tiene dudas sobre el verdadero significado de la Marca España, yo
creo que debería preguntar a las personas de este país en paro, desahuciadas o
que simplemente han visto empeorar su día a día en los últimos años.
Por
otra parte, convendría ir superando esa adoración sacrosanta por el papel que
la Corona jugó en la Transición y en momentos críticos como el 23F, que tan
bien nos han vendido. Superada la edad de la inocencia, tengo la convicción de
que el Rey jugó sus bazas por interés
dinástico de quien tuvo que hacer muchos pasillos y que por una vez, olvidó la
larga tradición de los Borbones, de ir con los de la feria y venir con los del mercao.
Además,
no se puede defender contra viento y marea a quienes parecen haber olvidado el
lugar que ocupan y del que tanto alardean, fallando en la coherencia y el
ejemplo que deben dar, porque al final ocurre lo que siempre me dice alguien
muy cercano a mí y a quien he pedido el copyright: cada uno en su nivel, el que
la pilla pa él.
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