De todos es
sabido que en la época del Imperio Romano al pueblo se le satisfacía con pan y
circo y así olvidaba las miserias de su vida diaria. Salvando las distancias el
circo era el deporte de la época.
En tiempos más
cercanos y en nuestro país, la dictadura de Franco, aunque era un poco chapuzas
para otras cosas, manipuló con especial habilidad el tema del deporte y por
encima de sus variantes, el fútbol, que viniera o no viniera a cuento se
utilizaba como panacea de todos los males. Desde el gol de Marcelino a las
finales de la Copa
de Europa, once hombres corriendo por el campo, se convertían en héroes
depositarios de las esencias patrias; pero pasaba lo mismo en los partidos de
liga y en la Copa
del Generalísimo. Como en el Imperio Romano, los españolitos de a pie se
olvidaban de la falta de libertad, de las dificultades diarias y de la grisura
del panorama general. Especialmente cuando el Régimen pasaba por momentos
críticos, el fútbol resurgía como escudo protector y bebedizo para el olvido.
Hoy, muchos
piensan que si los viejos trucos funcionan, ¿por qué no utilizarlos? Esperanza
Aguirre que suele hacer y decir las cosas sin complejos, no tiene ningún reparo
en recurrir a mañas rancias y aunque sabe que se le verá el truco, entre pitos
y flautas, algunas cosas se diluyen. Y es que doña Esperancita se las sabe
todas: mientras se mete baza con faltas de respeto, abucheos y demás
zarandajas, no se habla de recortes en enseñanza, sanidad y otros servicios
públicos; no se pregunta por la diferencia entre lo real y lo confesado en el
déficit; no se interroga a la Sra. Consejera de Bankia, dónde
estaba, mientras se hacían mangas y capirotes con el dinero de todos.
En todo caso, yo
creo que la señora Aguirre, debería considerar que una copa creada en 1903, a raíz del éxito de la Copa de la Coronación, disputada un
año antes y que se ha llamado Copa de
Su Majestad el Rey, entre 1903 y 1932, Copa de Su Excelencia el Presidente de la República entre
1932 y 1936, Copa de Su Excelencia el
Generalísimo entre 1939 y 1976 y desde la temporada 1976/77 y nuevamente
Copa de Su Majestad el Rey, ha
superado todos los controles de calidad política y que a estas alturas,
organizar este pifostio es un poco ridículo. La verdad, eso de no acudir el
palco, levantarse y marchar y cuestiones similares, a mí me da muy mal rollo y
me hace recordar a Hitler, cuando en los Juegos Olímpicos de Berlín se fue
furibundo, tras la victoria del atleta negro Jesse Owens.
Por cierto, a mí
no me gusta el fútbol, pero que gane el mejor.
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