viernes, 25 de mayo de 2012

El fútbol como estrategia política


De todos es sabido que en la época del Imperio Romano al pueblo se le satisfacía con pan y circo y así olvidaba las miserias de su vida diaria. Salvando las distancias el circo era el deporte de la época.

En tiempos más cercanos y en nuestro país, la dictadura de Franco, aunque era un poco chapuzas para otras cosas, manipuló con especial habilidad el tema del deporte y por encima de sus variantes, el fútbol, que viniera o no viniera a cuento se utilizaba como panacea de todos los males. Desde el gol de Marcelino a las finales de la Copa de Europa, once hombres corriendo por el campo, se convertían en héroes depositarios de las esencias patrias; pero pasaba lo mismo en los partidos de liga y en la Copa del Generalísimo. Como en el Imperio Romano, los españolitos de a pie se olvidaban de la falta de libertad, de las dificultades diarias y de la grisura del panorama general. Especialmente cuando el Régimen pasaba por momentos críticos, el fútbol resurgía como escudo protector y bebedizo para el olvido.

Hoy, muchos piensan que si los viejos trucos funcionan, ¿por qué no utilizarlos? Esperanza Aguirre que suele hacer y decir las cosas sin complejos, no tiene ningún reparo en recurrir a mañas rancias y aunque sabe que se le verá el truco, entre pitos y flautas, algunas cosas se diluyen. Y es que doña Esperancita se las sabe todas: mientras se mete baza con faltas de respeto, abucheos y demás zarandajas, no se habla de recortes en enseñanza, sanidad y otros servicios públicos; no se pregunta por la diferencia entre lo real y lo confesado en el déficit;  no se interroga a la Sra. Consejera de Bankia, dónde estaba, mientras se hacían mangas y capirotes con el dinero de todos.

En todo caso, yo creo que la señora Aguirre, debería considerar que una copa creada en 1903, a raíz del éxito de la Copa de la Coronación, disputada un año antes y que se ha llamado Copa de Su Majestad el Rey, entre 1903 y 1932, Copa de Su Excelencia el Presidente de la República entre 1932 y 1936, Copa de Su Excelencia el Generalísimo entre 1939 y 1976 y desde la temporada 1976/77 y nuevamente Copa de Su Majestad el Rey, ha superado todos los controles de calidad política y que a estas alturas, organizar este pifostio es un poco ridículo. La verdad, eso de no acudir el palco, levantarse y marchar y cuestiones similares, a mí me da muy mal rollo y me hace recordar a Hitler, cuando en los Juegos Olímpicos de Berlín se fue furibundo, tras la victoria del atleta negro Jesse Owens.

Por cierto, a mí no me gusta el fútbol, pero que gane el mejor.

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