Ayer he experimentado por dos veces, esa sensación que los franceses llaman dèjá vu, al leer las declaraciones de Álvarez Cascos:
"Nuestro partido recogía en su programa electoral el clamor existente en la ciudadanía".
Primer dèjá vu:
Ha llegado para nosotros el momento más temido que esperado, de recoger las ansias, de atender el clamoroso requerimiento de cuantos amando a la patria, no ven para ella otra solución que liberarla (Primo de Rivera)
En estos momentos, es España entera, la que se levanta pidiendo paz, fraternidad y justicia (Franco)
"Hay que empezar a corregir esos desequilibrios para frenar la sangría del paro y recuperar la senda del empleo, algo que supone tomar medidas drásticas en el corto plazo".
Segundo dèjá vu:
Pues bien, ahora vamos a recabar todas las responsabilidades y a gobernar nosotros (Primo de Rivera)
Sabremos salvar cuanto sea compatible con la paz interior de España y su anhelada grandeza (Franco)
Tras la dictadura de Franco, la izquierda cedió en muchas cosas pra lograr una transición pacífica que sostuviera y asentara la democracia y consiguió que la pata de la raposa se ocultara; pero mucho me temo que está agazapada en su madriguera y comienza a asomar. Y no es miedo, es preocupación: Primo y Franco tenían un ejército detrás; Cascos, que está en la tesitura de "o César o nada", lo que tiene haciéndole el juego, es un montón de tontos útiles.
Pero no quiero ponerme demasidado trascendente; en estos tiempos de enlaces matrimoniales peculiares, a lo mejor lo que toca es una boda rumbosa entre el clamor existente y la clara demanda social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario