lunes, 9 de diciembre de 2024

El síndrome de Narciso

Es difícil conocer a fondo a las personas porque cada uno de nosotros tiene su rincón secreto y oculto a las miradas ajenas, pero a veces como si sonara una campanilla o delante de tus ojos se iluminara un semáforo en rojo, puedes descubrir lo que se esconde detrás de algunas personas, sobre todo si están expuestas a los focos y no tienen la capacidad de disimulo o su propio ego levanta la máscara que las cubre.

Desde hace años, no sé si con asombro o con preocupación contemplo un caso de libro. Con asombro porque me parece tan claro que me sorprende que nadie escriba sobre el tema; con preocupación porque la persona a la que me refiero, ocupa un cargo de responsabilidad pública y ello supone un factor de riesgo importante. Caer bajo el síndrome de Narciso cuando eres alguien del común, puede ser molesto para familia, compañeros de trabajo o amigos, incluso puede ser un problema si quien lo padece se nutre con frases como soy la mejor en todo lo que hago, nadie puede compararse conmigo, la gente debería sentirse afortunada por conocerme, mi éxito es la prueba de que soy superior... Pero caer bajo el síndrome de Narciso cuando tienes un cierto nivel de poder y las frases que resuenan en tu cabeza son mi opinión es la única que importa, no necesito a nadie porque todos me necesitan a mí, siempre tengo razón incluso cuando no la tengo, no me preocupo por lo que piensen los demás porque están equivocados..., más que un problema es un peligro.

Reconozco que siempre he observado a Isabel Díaz Ayuso con cierta fascinación porque quien puede fingir sinceridad, puede fingir cualquier cosa y sigo preguntándome al ver su biografía y su carrera política, como ha conseguido que la necedad que alimenta la ignorancia, sea su mejor crédito, al que se ha sumado un ego desmedido y un narcisismo digno de estudio. 
La puesta en escena del pasado día 6, en los actos institucionales de la Constitución del 78, fue impecable, no se si salida de su propia cabeza o con ayuda de otros: 
su vestido, su pose, su expresión, estaban diseñados para exagerar logros, talento, poder y belleza, que pedían a gritos admiración de personas de alto nivel porque ella piensa que es especial y lo merece...  En vez de aparecer elegante pero discreta, se proveyó de todos los elementos para señalar que debía dársele un trato especial y que se debían cumplir automáticamente sus expectativas, como "primus inter pares". En fotos y grabaciones de ese día, asomaba la mujer altiva y prepotente que es y, también asomaba la envidia de  nueva rica, pugnando porque se hablara de su atavío con el mismo entusiasmo que el de cierta foto real. A eso hay que sumarle la dificultad para manejar su comportamiento y tratar con desprecio a otras personas para dar imagen de superioridad.

Si Isabel Díaz Ayuso fuera una mujer del común, no me preocuparía excesivamente aunque trataría de no cruzarme en su camino, pero es la Presidenta de la Comunidad de Madrid y, mucho me temo que aspira a otros niveles de poder, sostenida y alentada por quienes tienen planes concretos para obtener lo que desean, sin importarles España y las personas que vivimos en este país, aunque digan lo contrario y sientan por muchas de esas personas, un profundo desprecio. 
Imaginarla con una posición política más elevada, me genera pesadillas. Es una mujer que carece de empatía y de remordimientos y le importan un bledo los sentimientos de los demás, como quedó demostrado durante la pandemia. Ha escalado posiciones, a pesar de tener una inteligencia mediocre y una cultura pobre, dejando algunos cadáveres a su espalda -Núñez Feijóo debería vigilar la suya- y avanza con ideas mesiánicas tomadas de otros partidos como Vox o de políticos a los que considera sus ídolos como Milei o Trump y las hace propias sin la mínima consideración moral ni ética, arrastrando tras de sí a quienes creen ingenuamente en la verdad absoluta que proclama.

Ya lo dijo Julián Marías, lo más fácil del mundo es destruir y hacer daño, para ello no se precisan sagacidad, ni agudeza ni menos aún inteligencia.