En Pablo Iglesias Turrión, coinciden tres facetas:
conoce bien la teoría política- dados sus títulos académicos-; su colaboración
en tertulias y debates de análisis sobre el tema, le ha permitido practicar el
viejo juego; por último y no por ello
menos importante, como es joven y con
cierto aire de rebelde sin causa, ha sabido mover muy bien los hilos de la
trama. Tan bien maneja eso que llaman mercadotecnia, que se las sabe todas en
el uso de los gestos, las frases, las luces y el sonido; para haber jurado por
sus ideales, no ser parte de “la casta”,
se mueve con sus armas, como pez en el agua.
De aquél bonito proyecto de círculos, participación
asamblearia y consensos con el que nació Podemos, nutrido de planes abiertos,
se ha ido hacia la centralidad porque el poder -que no necesariamente la
democracia- se explica con una organización fuerte y con un líder claro; eso se
sabe ya desde Luis XIV que dijo aquello de “el
Estado soy yo”. Porque las
asambleas de Facultad o las Asociaciones de vecinos o de fiestas, están muy
bien pero son lo que son, reuniones de donde uno sale con los pies fríos, la
cabeza caliente y habiendo conseguido muy poquitas cosas… El profesor Iglesias
Turrión, experto en ciencia política es plenamente consciente de que primero se
maneja a las masas y luego se consigue el poder, de ahí ese grito del sábado en
Vistalegre de que “el cielo no se toma
por consenso, se toma por asalto”. Como ignoro el grado de conocimiento
histórico de los que le aplaudieron de forma entusiasta, desconozco si eran
conscientes de que el líder de Podemos, manipulaba una frase de Carlos Marx,
usada para referirse al primer intento –en la Comuna de París de 1871- de
implantar la dictadura del proletariado y para criticar que los miembros de la
comuna perdieran el tiempo en organizar elecciones democráticas en vez de
terminar de una vez por todas con la clase burguesa. Lo que Marx afirmó fue que
“se debía haber emprendido inmediatamente
la ofensiva contra Versalles“ y habló de los miembros de la Comuna “valientes hasta la locura” y “dispuestos
a tomar el cielo por asalto”. Desconozco
asimismo si la alborozada fraternidad encantada de oír palabras solemnes, era
consciente de que muchos de sus miembros –pijos pobres- hubieran estado en las filas de los
enemigos de la Comuna. Parece mentira que todo un profesor universitario como
es Pablo Iglesias Turrión, juegue así con el presentismo histórico.
Por otra parte, es una persona que tiene la virtud
de ponerme extremadamente nerviosa, y digo virtud, porque es como un semáforo
en rojo que me advierte del peligro. Bien es verdad que ha recogido velas en
los últimos días, intentando dar una imagen de sensatez política, aparcando
algunas “ocurrencias” de su programa electoral que le llevaron a encontrar su
lugar en el sol del juego por lograr el poder, pero la puesta en escena de hoy,
no tiene desperdicio: la reivindicación de su patria que es la gente; la
defensa de “su” modelo de organización
de partido con un único líder y cúpula frente a los órganos colegiados; la
frase “ya me gustaría a mí descargarme de responsabilidad, pero creo que tres
secretarios generales no ganan las elecciones y uno, sí”; el aviso de dar
un paso atrás si no sale su propuesta…
Efectivamente, el poder,
que no el cielo, se toma por asalto; hay ejemplos de libro, tanto a derecha
como a izquierda, para explicar ese proceso: la admiración de las masas hacia
una figura carismática, oyendo sólo lo que quieren oír; el sacrificio hasta la
extenuación del salvador de la patria; la amenaza de “o yo o
el caos”… Es más, hasta Echenique, impulsor de la propuesta alternativa, se
ha sumado con sus palabras a la parusía del dirigente de Podemos cuando afirmó
“no hay dudas sobre su liderazgo; cualquiera
que piense lo contrario no ve las cosas con claridad”; o sea la
infalibilidad del gurú político.
Confío y espero que el
experimento puesto en marcha por la”aristocracia universitas”, que controla
Podemos, fracase estrepitosamente. Es un peligroso cruce de despotismo
ilustrado (todo para el pueblo pero sin
el pueblo) con toques de dictadura del proletariado (la libertad es un bien tan valioso que hay que racionarlo).
Confío y espero que
este país, evite ir a votar con los pies fríos y la cabeza caliente, porque si
no, se nos prepara una neumonía democrática de no te menees.