domingo, 19 de octubre de 2014

El asalto al poder de Pablo Iglesias Turrión

En Pablo Iglesias Turrión, coinciden tres facetas: conoce bien la teoría política- dados sus títulos académicos-; su colaboración en tertulias y debates de análisis sobre el tema, le ha permitido practicar el viejo juego; por  último y no por ello menos importante,  como es joven y con cierto aire de rebelde sin causa, ha sabido mover muy bien los hilos de la trama. Tan bien maneja eso que llaman mercadotecnia, que se las sabe todas en el uso de los gestos, las frases, las luces y el sonido; para haber jurado por sus ideales, no ser parte de “la casta”, se mueve con sus armas, como pez en el agua.

De aquél bonito proyecto de círculos, participación asamblearia y consensos con el que nació Podemos, nutrido de planes abiertos, se ha ido hacia la centralidad porque el poder -que no necesariamente la democracia- se explica con una organización fuerte y con un líder claro; eso se sabe ya desde Luis XIV que dijo aquello de “el Estado soy yo”. Porque las asambleas de Facultad o las Asociaciones de vecinos o de fiestas, están muy bien pero son lo que son, reuniones de donde uno sale con los pies fríos, la cabeza caliente y habiendo conseguido muy poquitas cosas… El profesor Iglesias Turrión, experto en ciencia política es plenamente consciente de que primero se maneja a las masas y luego se consigue el poder, de ahí ese grito del sábado en Vistalegre de que “el cielo no se toma por consenso, se toma por asalto”. Como ignoro el grado de conocimiento histórico de los que le aplaudieron de forma entusiasta, desconozco si eran conscientes de que el líder de Podemos, manipulaba una frase de Carlos Marx, usada para referirse al primer intento –en la Comuna de París de 1871- de implantar la dictadura del proletariado y para criticar que los miembros de la comuna perdieran el tiempo en organizar elecciones democráticas en vez de terminar de una vez por todas con la clase burguesa. Lo que Marx afirmó fue que “se debía haber emprendido inmediatamente la ofensiva contra Versalles y habló de los miembros de la Comuna “valientes hasta la locura” y “dispuestos a tomar el cielo por asalto”. Desconozco asimismo si la alborozada fraternidad encantada de oír palabras solemnes, era consciente de que muchos de sus miembros –pijos pobres- hubieran estado en las filas de los enemigos de la Comuna. Parece mentira que todo un profesor universitario como es Pablo Iglesias Turrión, juegue así con el presentismo histórico.

Por otra parte, es una persona que tiene la virtud de ponerme extremadamente nerviosa, y digo virtud, porque es como un semáforo en rojo que me advierte del peligro. Bien es verdad que ha recogido velas en los últimos días, intentando dar una imagen de sensatez política, aparcando algunas “ocurrencias” de su programa electoral que le llevaron a encontrar su lugar en el sol del juego por lograr el poder, pero la puesta en escena de hoy, no tiene desperdicio: la reivindicación de su patria que es la gente; la defensa de “su” modelo de organización de partido con un único líder y cúpula frente a los órganos colegiados; la frase “ya me gustaría a mí descargarme de responsabilidad, pero creo que tres secretarios generales no ganan las elecciones y uno, sí”; el aviso de dar un paso atrás si no sale su propuesta

Efectivamente, el poder, que no el cielo, se toma por asalto; hay ejemplos de libro, tanto a derecha como a izquierda, para explicar ese proceso: la admiración de las masas hacia una figura carismática, oyendo sólo lo que quieren oír; el sacrificio hasta la extenuación del salvador de la patria; la amenaza de  “o yo o el caos”… Es más, hasta Echenique, impulsor de la propuesta alternativa, se ha sumado con sus palabras a la parusía del dirigente de Podemos cuando afirmó “no hay dudas sobre su liderazgo; cualquiera que piense lo contrario no ve las cosas con claridad”; o sea la infalibilidad del gurú político.

Confío y espero que el experimento puesto en marcha por la”aristocracia universitas”, que controla Podemos, fracase estrepitosamente. Es un peligroso cruce de despotismo ilustrado (todo para el pueblo pero sin el pueblo) con toques de dictadura del proletariado (la libertad es un bien tan valioso que hay que racionarlo).

Confío y espero que este país, evite ir a votar con los pies fríos y la cabeza caliente, porque si no, se nos prepara una neumonía democrática de no te menees.  

domingo, 12 de octubre de 2014

El socialismo asturiano después de Villa

Decía Tolstoi en su novela Ana Karenina que todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada. Muchas veces en política, los partidos funcionan como familias, y como en ellas, hay antepasados gloriosos y gloriosos calaveras; pero lo terrible es cuando se descubre que aquél en quien se confiaba, que presumía de ser como decimos en Asturias, un paisano, el puntal del grupo, es un traidor.

Lo que más duele del escándalo protagonizado por Fernández Villa, y de lo que pueda derivarse del mismo, es la puñalada trapera que ha metido a todas las Cuencas, la burla a los mineros que le apoyaron y veían en él un referente moral de la lucha obrera, la mancha de la deshonra sobre quienes ejercen y son honrados socialistas. Quizás los mismos –todo hay que decirlo- no supieron o no pudieron, tomar medidas contra quien se creyó un emperador rodeado de una guardia pretoriana que le adulaba, le obedecía y se beneficiaba de su sombra, sin hacerle la más mínima crítica porque como dijo Cicerón, la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.

Quizás sea este el momento para que la familia socialista asturiana, en la encrucijada que se halla, medite sobre el camino que debe tomar; a veces un golpe terrible sirve para dar un giro a la vida que se llevaba y aprender de los errores y aunque ahora parezca extraño, con la que está cayendo, ser referente a nivel nacional. El socialismo asturiano d.V., tiene que encabezar el rearme moral de este país. Por encima del creciente vocerío populista que nos acosa, por encima de la búsqueda de ideas peregrinas y la carrera por convertirse en la persona más popular, a la manera del American way of life, con el remedo del joven Kennedy, por encima del deseo insaciable de parcelar y repartir cuotas de poder, hay que volver a los orígenes de quienes fueron el pan y la sal de este partido, porque los hombres pasan pero los ideales no y, con ellos, hay que ser coherentes, primar los intereses generales antes que los particulares, no equivocar la trinchera y estar con quienes luchan por su dignidad y por su futuro. Eso o cambiar de siglas, de ideales y de trinchera.